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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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lunes, 26 de octubre de 2015

El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, dice el Papa al final del Sínodo
Ciudad del Vaticano, 24 de octubre de 2015 (Vis).-Con el discurso del Papa Francisco a los participantes en el Sínodo ha concluido la última Congregación General de la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo sobre la Familia. El Santo Padre ha hablado de los diversos significados que para las familias, la comunidad cristiana y la Iglesia han tenido estas tres semanas de intensos trabajos y debates y ha reiterado, en diversas ocasiones la importancia de defender ''no la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón''.

Ofrecemos a continuación amplios extractos del discurso pronunciado por el Pontífice:

''Mientras seguía los trabajos del Sínodo, me he preguntado: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?

Ciertamente no significa haber concluido con todos los temas inherentes a la familia, sino que ha tratado de iluminarlos con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la historia milenaria de la Iglesia, infundiendo en ellos el gozo de la esperanza sin caer en la cómoda repetición de lo que es indiscutible o ya se ha dicho.

Seguramente no significa que se hayan encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia, sino que se han puesto dichas dificultades y dudas a la luz de la fe, se han examinado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra.

Significa haber instado a todos a comprender la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana.

Significa haber escuchado y hecho escuchar las voces de las familias y de los pastores de la Iglesia que han venido a Roma de todas partes del mundo trayendo sobre sus hombros las cargas y las esperanzas, la riqueza y los desafíos de las familias.

Significa haber dado prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con franqueza sobre la familia.

Significa haber tratado de ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realidades de hoy con los ojos de Dios, para encender e iluminar con la llama de la fe los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad.

Significa haber dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere ''adoctrinarlo'' en piedras muertas para lanzarlas contra los demás.

Significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas.

Significa haber afirmado que la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos, o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sienten pobres y pecadores.

Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.

En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo, ofreciendo una imagen viva de una Iglesia que no utiliza ''módulos impresos'', sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para refrescar los corazones resecos.

Y –más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia– hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo –¡casi!– para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general –como he dicho, las cuestiones dogmáticas bien definidas por el Magisterio de la Iglesia–, todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado. El Sínodo de 1985, que celebraba el vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, habló de la inculturación como ''una íntima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas humanas''.

La inculturación no debilita los valores verdaderos, sino que muestra su verdadera fuerza y su autenticidad, porque se adaptan sin mutarse, es más, trasforman pacíficamente y gradualmente las diversas culturas.

Hemos visto, también a través de la riqueza de nuestra diversidad, que el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas.

Y, sin caer nunca en el peligro del relativismo o de demonizar a los otros, hemos tratado de abrazar plena y valientemente la bondad y la misericordia de Dios, que sobrepasa nuestros cálculos humanos y que no quiere más que ''todos los hombres se salven'', para introducir y vivir este Sínodo en el contexto del Año Extraordinario de la Misericordia que la Iglesia está llamada a vivir.

La experiencia del Sínodo también nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón. Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas: son necesarias; la importancia de las leyes y de los mandamientos divinos, sino exaltar la grandeza del verdadero Dios que no nos trata según nuestros méritos, ni tampoco conforme a nuestras obras, sino únicamente según la generosidad sin límites de su misericordia. Significa superar las tentaciones constantes del hermano mayor y de los obreros celosos. Más aún, significa valorar más las leyes y los mandamientos, creados para el hombre y no al contrario .

En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas .

El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor.

El beato Pablo VI decía con espléndidas palabras: ''Podemos pensar que nuestro pecado o alejamiento de Dios enciende en él una llama de amor más intenso, un deseo de devolvernos y reinsertarnos en su plan de salvación (...). En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno (...). Dios es bueno. Y no sólo en sí mismo; Dios es –digámoslo llorando- bueno con nosotros. Él nos ama, busca, piensa, conoce, inspira y espera. Él será feliz –si puede decirse así–el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdóname. He aquí, pues, que nuestro arrepentimiento se convierte en la alegría de Dios''.

También san Juan Pablo II dijo que ''la Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia (...) y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora''.

Y el Papa Benedicto XVI decía: ''La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios (...) Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso, para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia.

En este sentido, y mediante este tiempo de gracia que la Iglesia ha vivido, hablado y discutido sobre la familia, nos sentimos enriquecidos mutuamente; y muchos de nosotros hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo. Para todos nosotros, la palabra ''familia'' no suena lo mismo que antes del Sínodo, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal.


Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a ''caminar juntos'' para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios''.

Relación final del Sínodo: Verdad y misericordia


Ciudad del Vaticano, 24 de octubre de 2015 (Vis).-Los Padres Sinodales han aprobado con una mayoría de dos tercios, es decir 177 votos sobre 265, la Relación final de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo sobre la Familia, compuesta de 94 párrafos votados individualmente. Sobre el documento, en italiano, que ha sido autorizado para su publicación por el Papa Francisco, informó en un briefing el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi S.I.

El Padre Lombardi señaló que el texto tiene muy presentes las muchas dificultades de las familias en esta época pero también su gran capacidad de enfrentarlas y reaccionar ante ellas y que recoge numerosos ''modos'' (enmiendas) presentados por los Padres Sinodales, reflejando así la voz de toda la Asamblea.

Refiriéndose a algunos párrafos específicos dedicados a situaciones familiares complejas, citó dos, relativos a la pastoral de las familias heridas o en situación irregular desde el punto de vista canónico y de la disciplina de la Iglesia. En particular, las convivencias, los matrimonios civiles, los divorciados y vueltos a casar, y la manera de acercarse pastoralmente a estas situaciones. Esos dos puntos se aprobaron con 178 y 180 votos, al límite de la mayoría, pero siempre dentro del margen de los dos tercios.

El tono del documento es positivo y acogedor y ha enriquecido extraordinariamente, dijo el Padre Lombardi, el Instrumentun Laboris. Asimismo, el Motu proprio del Papa sobre el proceso de reforma de la nulidad del matrimonio ha supuestso una contribución eficaz y decisiva al tema del Sínodo.

La Relación final reafirma la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio sacramental, que no es un yugo, sino un don de Dios, verdad fundada en Cristo y en su relación con la Iglesia. Al mismo tiempo, se hace hincapié en que la verdad y la misericordia convergen en Cristo. De aquí, la llamada a acoger a las familias heridas. Sin citar expresamente el acceso a la Eucaristía para los divorciados vueltos a casar, el documento sinodal recuerda que no están excomulgados y solicita el discernimiento de los pastores en el análisis de las situaciones familiares complejas. Un discernimiento, subraya el texto, que se aplicará de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia, con la confianza de que la misericordia de Dios no se niega a nadie. Por cuanto respecta a los conviventes se reitera que su situación debe abordarse de una manera constructiva, tratando de convertirla en una oportunidad de camino de conversión hacia la plenitud del matrimonio y de la familia, a la luz del Evangelio.

Otros puntos destacados del documento son los relativos a homosexualidad. Las personas con esas tendencias, dice la Relación, no deben ser objeto de discriminación, pero al mismo tiempo afirma que la Iglesia es contraria a las uniones entre personas del mismo sexo y que no admite presiones externas sobre este punto. Hay párrafos especiales dedicados a los inmigrantes, a los refugiados, a los perseguidos, cuyas familias se disgregan y pueden llegar a ser víctimas de la trata. También para ellos se invoca la acogida, insistiendo en sus derechos, pero también en sus deberes con los países que los acogen.

También se habla específicamente de las mujeres, los hombres y niños, ejes de la vida familiar reafirmando la necesidad de la tutela y la valorización de los papeles de unos y otros . Se aboga por un papel más importante de las mujeres en la formación de los ministros ordenados mientras, hablando de los niños, se destaca la belleza de la adopción y de la acogida, que reconstruyen los lazos familiares rotos. El Sínodo, no se olvida de las viudas y viudos, de los discapacitados, los ancianos y los abuelos, que permiten la transmisión de la fe en la familia y que no deben considerarse ''un descarte''. Se habla también de las personas solteras por su compromiso en la Iglesia y en la sociedad.

Entre las ''sombras'' que se proyectan sobre la familia en la época actual el Sínodo cita el fanatismo político-religioso hostil al cristianismo, el creciente individualismo, la ideología de género, los conflictos, la persecución, la pobreza, la inseguridad laboral, la corrupción, la coerción económica que excluye a la familia de la educación y la cultura, la globalización de la indiferencia que pone al dinero y no al ser humano en el centro de la sociedad, la pornografía y el descenso de la natalidad,

La Relación recoge posteriormente las sugerencias para reforzar la preparación para el matrimonio, especialmente de los jóvenes que parecen intimidados. Insiste en la necesidad de una formación adecuada de la afectividad, siguiendo la virtud de la castidad y el don de sí. En este contexto, se señala la conexión entre el acto sexual y el acto de la procreación entre los cónyuges, del que los hijos son el fruto más precioso, porque llevan en sí la memoria y la esperanza de un acto de amor. Otro vínculo que se reafirma es el de la vocación familiar y la vocación a la vida consagrada. También es clave la educación a la sexualidad, a la corporeidad y la promoción de la paternidad responsable, siguiendo las enseñanzas de Pablo VI en la "Humanae Vitae", y el papel primordial de los padres en educar a sus hijos en la fe.

Hay un llamamiento a las instituciones para que promuevan y apoyen políticas familiares , mientras a los católicos que participan en la política se les insta a proteger a la familia y a la vida, porque una sociedad que las descuida pierde su apertura al futuro. En este sentido, el Sínodo reafirma el carácter sagrado de la vida desde la concepción hasta la muerte natural y advierte de las serias amenazas a la familia como el aborto y la eutanasia. Otras secciones están dedicadas a los matrimonios mixtos, de los cuales se subrayan los aspectos positivos para la promoción del diálogo ecuménico e interreligioso, mientras se confirma igualmente la necesidad de proteger la libertad religiosa y el derecho a la objeción de conciencia dentro de la sociedad.

Una amplia reflexión se dedica a la necesidad de modificar el lenguaje de la Iglesia, haciéndolo más significativo para que el anuncio del Evangelio de la familia responda realmente a las aspiraciones más profundas del ser humano. No se trata solamente de presentar una normativa, sino de anunciar la gracia que da la capacidad de vivir los bienes de la familia.

Por último, el informe hace hincapié en la belleza de la familia: iglesia doméstica basada en el matrimonio entre hombre y mujer, célula fundamental de la sociedad a cuyo crecimiento contribuye, puerto seguro de los sentimientos más profundos, único punto de conexión en una época fragmentada, parte integral de la ecología humana que debe ser protegida, apoyada y alentada, también por parte de las autoridades.


El documento concluye con la petición de los Padres sinodales al Papa de que considere la posibilidad de emitir un documento sobre la familia. El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede explica al respecto: "Los Padres sinodales no dicen que todo ha terminado sino que afirman: ''Ofrecemos la Relación al al Santo Padre para que evalúe si si es el caso de proseguir el camino con un documento suyo que, sobre la base del documento sinodal, profundice aún más en el tema de la familia según la perspectiva que él quiera dar''. Seguimos en camino ".

Clausura del Sínodo: Lo que hoy siembra el pueblo con lágrimas, mañana lo cosechará con la alegría


Ciudad del Vaticano, 25 de octubre (VIS).- El Santo Padre ha celebrado esta mañana en la basílica de San Pedro la santa msa por la conclusión de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. El Papa en su homilía meditó sobre las tres lecturas del día que nos presentan la compasión y la paternidad de Dios, reveladas en Jesús.

''El profeta Jeremías, -dijo- en pleno desastre nacional, mientras el pueblo estaba deportado por los enemigos, anuncia que el Señor ha salvado a su pueblo, ha salvado al resto de Israel. Y ¿por qué lo hizo? Porque él es Padre, y como Padre cuida de sus hijos, los acompaña en el camino, sostiene a los ciegos y cojos, lo mismo preñadas que paridas. Su paternidad les abre una vía accesible, una forma de consolación después de tantas lágrimas y tantas amarguras. Si el pueblo permanece fiel, si persevera en buscar a Dios incluso en una tierra extranjera, Dios cambiará su cautiverio en libertad, su soledad en comunión: lo que hoy siembra el pueblo con lágrimas, mañana lo cosechará con la alegría''.

''Con el Salmo, también nosotros hemos expresado la alegría, que es fruto de la salvación del Señor: ''La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares''. El creyente es una persona que ha experimentado la acción salvífica de Dios en la propia vida. Y nosotros, los pastores, hemos experimentado lo que significa sembrar con fatiga, a veces llorando, y alegrarnos por la gracia de una cosecha que siempre va más allá de nuestras fuerzas y de nuestras capacidades. El pasaje de la Carta a los Hebreos nos ha presentado la compasión de Jesús. También él está envuelto en debilidades, para sentir compasión por quienes yacen en la ignorancia y en el error. Jesús es el Sumo Sacerdote grande, santo, inocente, pero al mismo tiempo es el Sumo Sacerdote que ha compartido nuestras debilidades y ha sido puesto a prueba en todo como nosotros, menos en el pecado. Por eso es el mediador de la nueva y definitiva alianza que nos da salvación''.

''El Evangelio de hoy nos remite directamente a la primera Lectura: así como el pueblo de Israel fue liberado gracias a la paternidad de Dios, también Bartimeo fue liberado gracias a la compasión de Jesús que acababa de salir de Jericó. A pesar de que apenas había emprendido el camino más importante, el que va hacia Jerusalén, se detiene para responder al grito de Bartimeo. Se deja interpelar por su petición, se deja implicar en su situación... Jesús muestra que desea escuchar nuestras necesidades. Quiere un coloquio con cada uno de nosotros sobre la vida, las situaciones reales, que no excluya nada ante Dios... Es hermoso ver cómo Cristo admira la fe de Bartimeo, confiando en él. Él cree en nosotros más de lo que nosotros creemos en nosotros mismos''.

''Hay un detalle interesante. Jesús pide a sus discípulos que vayan y llamen a Bartimeo. Ellos se dirigen al ciego con dos expresiones, que sólo Jesús utiliza en el resto del Evangelio. Primero le dicen: ''¡Ánimo!'', una palabra que literalmente significa ''ten confianza, anímate''. La segunda expresión es ''¡levántate!'', como Jesús había dicho a tantos enfermos, llevándolos de la mano y curándolos... Los discípulos de Jesús están llamados a esto, también hoy, especialmente hoy: a poner al hombre en contacto con la misericordia compasiva que salva. Cuando el grito de la humanidad, como el de Bartimeo, se repite aún más fuerte, no hay otra respuesta que hacer nuestras las palabras de Jesús y sobre todo imitar su corazón. Las situaciones de miseria y de conflicto son para Dios ocasiones de misericordia. Hoy es tiempo de misericordia''.

''Pero hay algunas tentaciones para los que siguen a Jesús... Ninguno de los discípulos se para, como hace Jesús. Siguen caminando, pasan de largo como si nada hubiera sucedido. Si Bartimeo era ciego, ellos son sordos: aquel problema no es problema suyo. Este puede ser nuestro riesgo: ante continuos apuros, es mejor seguir adelante, sin preocuparse. De esta manera, estamos con Jesús como aquellos discípulos, pero no pensamos como Jesús... Podemos hablar de él y trabajar para él, pero vivir lejos de su corazón, que está orientado a quien está herido. Esta es la tentación: una ''espiritualidad del espejismo... ''

''Una segunda tentación, la de caer en una ''fe de mapa''. Podemos caminar con el pueblo de Dios, pero tenemos nuestra hoja de ruta, donde entra todo: sabemos dónde ir y cuánto tiempo se tarda; todos deben respetar nuestro ritmo y cualquier inconveniente nos molesta... Jesús, por el contrario, quiere incluir, especialmente a quienes están relegados al margen y le gritan. Estos, como Bartimeo, tienen fe, porque saberse necesitados de salvación es el mejor modo para encontrar a Jesús...''


''Queridos hermanos sinodales -finalizó-, hemos caminado juntos. Les doy las gracias por el camino que hemos compartido con la mirada puesta en el Señor y en los hermanos, en busca de las sendas que el Evangelio indica a nuestro tiempo para anunciar el misterio de amor de la familia. Sigamos por el camino que el Señor desea. Pidámosle a él una mirada sana y salvada, que sabe difundir luz porque recuerda el esplendor que la ha iluminado. Sin dejarnos ofuscar nunca por el pesimismo y por el pecado, busquemos y veamos la gloria de Dios que resplandece en el hombre viviente''.

Angelus: El primero en querer hacer sínodo con nosotros es nuestro Padre


Ciudad del Vaticano, 25 de octubre (VIS).- Al terminar la celebración de la Santa Misa por la clausura del Sínodo, el Papa Francisco se asomó a la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico Vaticano, para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes del rezo de la oración mariana, el Pontífice invitó a los presentes a dar gracias a Dios por estas tres semanas de intenso trabajo, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión. ''Ha sido arduo, pero ha sido un verdadero don de Dios, que seguramente traerá muchos frutos''. Explicó que ''la palabra sínodo significa caminar juntos'' y cómo en la Palabra de Dios que aparece en la profecía de Jeremías, se refleja ya sea la experiencia sinodal apenas vivida, como también el drama de los prófugos.

''Esta Palabra de Dios -continuó- nos dice que el primero en querer caminar junto a nosotros, en querer hacer ''sínodo'' con nosotros, es precisamente Él, nuestro Padre. Su ''sueño'', desde siempre y por siempre, es el de formar un pueblo, de reunirlo, de guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Y este pueblo está hecho de familias: están la mujer embarazada y la parturienta; es un pueblo que mientras camina, saca adelante la vida, con la bendición de Dios''... ''Os confieso que esta profecía del pueblo en camino la he comparado también con las imágenes de los prófugos en marcha por los caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros días. Dios también les dice a ellos: ''Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo''. También estas familias que sufren tanto, desarraigadas de sus tierras, han estado presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestros trabajos, a través de la voz de algunos de sus pastores en la Asamblea. Estas personas en busca de dignidad, estas familias en busca de paz, siguen permaneciendo con nosotros, la Iglesia no las abandona, porque forman parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar hacia la libertad''.


Tras el rezo del Ángelus, Francisco saludó a los peregrinos de los diversos países en especial a la Hermandad del Señor de los Milagros de Roma, que con devoción llevaron en procesión la imagen venerada en Lima (Perú), y a los peregrinos músicos de la “Musikverein Manhartsberg”, procedentes de la diócesis austriaca de Viena y a la Orquesta de Landwehr, Friburgo, Suiza, que el día anterior ofrecieron un concierto de beneficencia.

Visita del Papa al cardenal Roger Etchegaray


Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (Vis).-El Santo Padre efectuó ayer tarde una visita privada al cardenal Roger Etchegaray que se encuentra hospitalizado en el Policlínico Agostino Gemelli, ya que esta mañana al final de la celebración en la basílica de San Pedro, mientras el Papa pasaba a saludar a los presentes, el purpurado perdió el equilibrio y se fracturó el fémur izquierdo. Su estado general es bueno, pero tendrá que operarse para reducir la fractura.


El Papa habló con gran cordialidad durante unos durante unos quince minutos con el cardenal Etchegaray y le dio su bendición. A su vez, el purpurado dio las gracias a Francisco, en particular por el Sínodo apenas finalizado. 

Francisco recibe al Sínodo de la Iglesia Caldea: Rezo para que los cristianos no se vean obligados a abandonar Iraq y Oriente Medio


Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco ha recibido esta mañana a los miembros del Sínodo de la Iglesia Caldea, encabezados por Su Beatitud el Patriarca Raphael I Louis Sako, y a través de ellos ha manifestado su solidaridad a todos los habitantes de Iraq y Siria, pidiendo que la misericordia de Dios, sane las heridas de una guerra que asola el corazón de esa comunidad y para que nadie se desanime en este momento, ''en el que el clamor de la violencia parece superar las oraciones fervientes por la paz''.

El Obispo de Roma recordó que la situación en los países de origen de los miembros del Sínodo está muy comprometida por el ''odio fanático del terrorismo que sigue causando una fuerte hemorragia de fieles que se alejan de la tierra de sus antepasados, donde crecieron profundamente arraigados en el surco de tradición. Este estado de cosas ciertamente está socavando la presencia cristiana vital en la tierra que fue testigo del comienzo del camino del patriarca Abraham, donde resonaron las palabras de los profetas que llamaban a Israel a la esperanza durante el exilio, donde se fundaron las primeras iglesias bañadas en la sangre de tantos mártires , donde se dio testimonio de la plenitud del Evangelio y crecieron, con su contribución, las sociedades durante siglos de coexistencia pacífica con nuestros hermanos seguidores del Islam. En cambio, por desgracia, nuestros tiempos están marcados por innumerables ejemplos de persecución, incluso hasta el martirio''.

''La Iglesia caldea, que sufre por este estado de cosas causado por la guerra -continuó-también conoce las necesidades de los fieles en la diáspora, que sienten el deseo de permanecer firmes en sus raíces y de insertarse en los nuevos contextos. Por tanto, confirmo, hoy más que nunca, todo el apoyo y la solidaridad de la Sede Apostólica en favor del bien común de toda la Iglesia caldea. Rezo para que los cristianos no se vean obligados a abandonar Iraq y el Medio Oriente. Pienso especialmente en los hijos e hijas de vuestra Iglesia, con su rica tradición.Os insto a trabajar incansablemente como constructores de unidad en todas las provincias de Iraq, favoreciendo el diálogo y la colaboración entre todos los que participan en la vida pública, contribuyendo a curar las divisiones existentes e impidiendo que surjan otras''.

El Papa aprovechó la visita de la Iglesia caldea para renovar su urgente llamamiento a la comunidad internacional para que adopte todas las estrategias válidas encaminadas a instaurar la paz en los países terriblemente devastados por el odio, ''para volver a llevar el hálito vital del amor a lugares que desde siempre han sido encrucijada de pueblos, culturas y naciones. ¡Que la paz tan deseada -exclamó- surja en el horizonte de la historia, para que los luctuosos dramas inflingidos por la violencia cedan paso a un clima de convivencia mutua!''.

Después se refirió al Sínodo, que estos días están celebrando en Urbe; un "caminar juntos" -dijo- un momento propicio de confrontación entre las diferencias que enriquecen la comunión fraterna entre vosotros, bajo la mirada de Cristo Buen Pastor... que se preocupa por la salvación de su rebaño y, en particular, de la oveja descarriada. Sed vosotros también así: celosos en la búsqueda de la salus animarum, tanto de los sacerdotes como de los laicos, sabiendo que el ejercicio de la comunión a veces requiere una kénosis real, un abajamiento y una entrega de sí''.

''Haciendo así -finalizó- podréis cerrar las brechas que separan y discernir las respuestas a las necesidades urgentes de la Iglesia caldea, tanto en la madre patria como en la diáspora. De esta manera, las reflexiones que surjan proporcionarán soluciones provechosas a vuestras necesidades y puntos de convergencia para la resolución de problemáticas litúrgicas y de orden general''.



A los capellanes militares: Sed presencia fraterna fomentando la espiritualidad y la ética


Ciudad del Vaticano, 26 octubre 2015 (VIS).- ''Venís de diferentes países para reflexionar juntos sobre algunos de los retos actuales del derecho internacional humanitario, relativos a la protección de la dignidad humana durante los conflictos armados internos y los llamados ''nuevos conflictos armados''. Se trata, por desgracia, de un tema de gran actualidad, sobre todo si pensamos en la intensificación de la violencia y el aumento de las zonas de guerra en las diversas partes del mundo, como África, Europa y Oriente Medio''. Con estas palabras el Santo Padre ha recibido hoy en audiencia a los participantes en el IV Curso de formación de los capellanes militares en el Derecho Internacional Humanitario, organizado por la Congregación para los Obispos, por el Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz, y por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Francisco ha destacado cómo la guerra rompa las relaciones entre hermanos y entre naciones. ''Desfigura también -ha dicho- a aquellos que son testigos de tales atrocidades. Muchos militares regresan después de las operaciones de guerra o de misiones de paz con heridas internas reales. La guerra puede dejar una marca indeleble en ellos. La guerra, de hecho, siempre deja una marca indeleble''.

''Por tanto -ha continuado- conviene preguntarse sobre cómo tratar las heridas espirituales de los soldados que, al haber vivido la experiencia de la guerra, han sido testigos de atrocidades. Estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, un cuidado que les haga sentir la presencia maternal de la Iglesia. El papel del capellán es acompañarles y apoyarles en su camino, siendo para todos una presencia fraterna y consoladora''.

''El derecho humanitario tiene como objetivo salvaguardar los principios esenciales de la humanidad en un contexto, el de la guerra, que es en sí deshumanizador. Su objetivo es proteger a las personas que no participan en el conflicto, como la población civil o el personal sanitario y religioso, y a aquellos que no lo hacen de manera activa, como los heridos y prisioneros... Con el fin de cumplir con su propósito de humanización de los efectos del conflicto armado, el derecho humanitario merece ser promovido y difundido entre todos los militares y las fuerzas armadas, incluidos los no estatales, así como entre el personal de seguridad y la policía. Además, necesita desarrollarse más, para hacer frente a la nueva realidad de la guerra, que hoy, por desgracia, dispone de instrumentos cada vez más mortales''.


''Sin embargo, -ha añadido- como cristianos estamos profundamente convencidos de que el objetivo final, el más digno de la persona y de la comunidad humana, es la abolición de la guerra. Por lo tanto,debemos siempre tratar de construir puentes que unan y no muros que separen; tenemos que ayudar siempre a buscar una salida para la mediación y la reconciliación.. En este período, en el que estamos viviendo una ''tercera guerra mundial a trozos'' -ha finalizado- estáis llamados a fomentar en los militares y en sus familias la dimensión espiritual y ética, que les ayude a hacer frente a las dificultades y los interrogantes a menudo innatos en este peculiar servicio al país y a la humanidad''.

El Papa a la peregrinación gitana: Ha llegado el momento de erradicar prejuicios


Ciudad del Vaticano, 26 octubre 2015 (VIS).- Esta mañana, en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en la Peregrinación Mundial del Pueblo Gitano promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantres e Itinerantes, en colaboración con la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana, con la oficina Migrantes de la diócesis de Roma y la Comunidad de Sant' Egidio. Este años se conmemora el L Aniversario de la visita del beato Pablo VI a la barriada de gitanos de Pomezia (Italia) el 26 de septiembre de 1965.

Francisco ha mencionado los grandes cambioque ha experimentado la comunidad gitana desde entonces, tanto en el campo de la evangelización, como en el de la promoción humana, social y cultural. Ha destacado que una señal fuerte de fe y crecimiento espiritual es el ''numero, siempre en aumento, de vocaciones sacerdotales, diaconales y de vida consagrada''. A los consagrados les ha dicho que son ''un trámite entre dos culturas y por esto se os pide que seáis siempre testigos de transparencia evangélica para favorecer el nacimiento, el crecimiento y el cuidado de nuevas vocaciones. Sabed acompañarles no sólo en el camino espiritual, sino también en lo ordinario de la vida cotidiana, con todas sus dificultades, alegrías y preocupaciones''.

El Papa aseguró que conoce las dificultades del pueblo rom porque ha visto las condiciones precarias en las que viven y ha subrayaado que ésta situación contrasta con el derecho de toda persona a una vida digna, a un trabajo digno, a la instrucción y a la asistencia sanitaria. ''Me gustaría que en vuestro pueblo -ha dicho- comenzara una nueva historia. Ha llegado el momento de erradicar prejuicios seculares, preconcebidos y desconfianzas mutuas que a menudo constituyen la base de la discriminación, del racismo y la xenofobia. Nadie debe sentirse aislado y nadie está autorizado a pisotear la dignidad y los derechos de los demás... Permitamos que el Evangelio de la misericordia sacuda nuestras conciencias y abramos nuestros corazones y nuestras manos a los más necesitados y marginados, comenzando con los que tenemos más cerca''.

También el Pontífice les ha alentado a ser los primeros en comprometerse a construir periferias más humanas y lazos de hermandad e intercambio. ''Podéis hacerlo -ha dicho- siendo buenos cristianos, evitando todo lo que no es digno de ese nombre: la falsedad, el fraude, el engaño, las peleas'' y les ha animado a seguir el ejemplo del beato Ceferino Giménez Malla. Y ha insistido en que no brindasen a los medios de comunicación, ni a la opinión pública, la oportunidad para que hablasen mal de ellos. ''Vosotros mismos sois los protagonistas de vuestro presente y vuestro futuro. Al igual que todos los ciudadanos, podéis contribuir al bienestar y progreso de la sociedad respetando las leyes, cumpliendo vuestros deberes y con la integración mediante la emancipación de las nuevas generaciones''.

Hablando de los niños, ''vuestro tesoro más precioso'', ha afirmado que la educación es sin duda la base para un desarrollo saludable de la persona. ''Se sabe que el bajo nivel de educación de muchos de vuestros jóvenes es hoy el principal obstáculo para acceder al empleo. Vuestros hijos tienen derecho a ir a la escuela, ¡no se lo prohibáis!''. Asimismo ha remarcado cuanto sea necesario el compromiso de las instituciones civiles de ''garantizar una formación adecuada para los jóvenes gitanos, ofreciendo la posibilidad también a las familias que viven en condiciones más desfavorables de beneficiarse de un buen acceso a la escuela y al trabajo''.

Antes de finalizar, el Pontífice ha recordado las palabras del beato Pablo VI cuando les dijo hace cincuenta años: ''En la Iglesia, no estáis al margen, sino, de alguna manera, estáis en el centro, os encontráis en el corazón''.




Telegrama por la muerte del cardenal Korec, incansable defensor de la fe cristiana y de los derechos de la persona


Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (Vis).-El Santo Padre ha enviado un mensaje de pésame al arzobispo de Bratislava (Eslovaquia) y Presidente de la Conferencia Episcopal de ese país, Stanislav Zvolensky, con motivo del fallecimiento el pasado sába do del cardenal Ján Chryzostom Korec a los 91 años de edad.

El Papa recuerda con profunda emoción la figura del arzobispo emérito de Nitra, pastor entregado y generoso que en su largo ministerio episcopal fue un ''impávido testigo del Evangelio y un incansable defensor de la fe cristiana y de los derechos de la persona''.

El purpurado que pasó diversos años en la cárcel y al que se le impidió ejercer libremente su misión episcopal ''nunca se dejó intimidar dando un ejemplo luminosos de fortaleza y confianza en la Providencia así como de fidelidad a la sede de Pedro'', rememora Francisco.


''Doy gracias al Señor -finaliza- por haber dado a su Iglesia esta figura eminente de sacerdote y de obispo y elevo fervorosas oraciones a Dios para que acoja en su gozo eterna, después de tantos sufrimientos, a este siervo bueno y fiel''. Por último, el Papa envía al arzobispo, al episcopado eslovaco, al presbiterio, a las comunidades religiosas y a todos los fieles de la diócesis de Nitra que el cardenal amó y srivió, su bendición apostólica como signo de fe y esperanza cristiana en el Señor Resucitado.

Cardenales, patriarcas y obispos de todo el mundo lanzan un llamamiento a los negociadores de la COP 21


Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2015 (Vis).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del ''Llamamiento de los cardenales, patriarcas, obispos y representantes de las Conferencias Episcopales de las diverssd partes del mundo a los negociadores de la Cop 21'' (Conferencia de las Partes sobre el cambio climático) que se desarrollará en París (Francia), del 30 de noviembre al 11 de diciembre. La iniciativa está promovida por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y se inspira en la Encíclica Laudato si', del Santo Padre.

Han participado en la presentación los cardenales Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, India Presidente de FABC (Asia), Rubén Salazar Gómez,arzobispo de Bogotá, Presidente de CELAM (América Latina), el arzobispo John Ribat, de Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, Presidente de la Federación de las Conferencias Episcopales de Oceanía FCBCO y el obispo Jean Kockerols, auxiliar de Malines-Bruselas (Bélgica), primer vicepresidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) y, como invitado especial el profesor Jean-Pascal van Ypersele de Strihou, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), ex vicepresidente del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC).
Antes del inicio de la Conferencia, el Llamamiento ha sido firmado por varios representantes del episcopado mundial. El acto ha contado además con la presencia del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson Presidente Consejo Pontificio Justicia y Paz y de Su Beatitud el cardenal Béchara Boutros Raï, O.M.M. Patriarca de de Antioquía (Maronitas) y Presidente de CCPO (Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente) , de los arzobispo Gabriel Mbilingi, C.S.Sp., (Presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar( SECAM) ; y Richard William Smith, ex presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá; de los monseñores Duarte Nuno Queiroz de Barros da Cunha, Secretario General del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa y Ronny E. Jenkins, Secretario Generale de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos USCCB ; así como de Bernd Nilles, Secretario General del CIDSE (Alianza Internacional de los Organismos Católicos para el Desarrollo).

El llamamiento, que publicamos a continuación, está dirigido a aquellos que negociarán la COP 21 en París y en él se les insta a que trabajen para la aprobación de un acuerdo sobre el clima que sea justo, legalmente vinculante y motor de un verdadero cambio transformacional.

''Nosotros, los Cardenales, Patriarcas y Obispos, en representación de la Iglesia Católica de los cinco continentes, nos hemos reunido a instancias del Secretario de Estado de la Santa Sede para expresar, en nuestro nombre y en nombre de las personas por las que nos preocupamos, nuestra más sincera esperanza de que se alcance un acuerdo sobre el clima justo y legalmente vinculante en el marco de las negociaciones de la COP 21 en París. A continuación detallamos nuestra propuesta de diez puntos, redactada a partir de la experiencia concreta de personas de todos los continentes, y basada en la íntima relación entre cambio climático y la injusticia y exclusión sociales de los más pobres y vulnerables de nuestros ciudadanos.

Cambio climático: retos y oportunidades

En su carta encíclica, Laudato Si’, dirigida 'a cada persona que habita este planeta', el Papa Francisco afirma que 'el cambio climático representa uno de los principales desafíos actuales para la humanidad’. El clima es un bien común, compartido, de todos y para todos. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos .

Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en una cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo para todos. Por consiguiente, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados .

Las consecuencias globales que se derivan de la dramática aceleración del cambio climático nos obligan a redefinir nuestros conceptos de crecimiento y progreso. Se trata realmente de una cuestión de estilo de vida. Resulta imperativo que encontremos una solución que sea consensuada, teniendo en cuenta la envergadura y la naturaleza global del impacto del clima. Necesitamos una solidaridad universal nueva, una solidaridad que sea ''intergeneracional'' y ''intrageneracional''.

El Papa define el mundo como “nuestra casa común'' y, en el ejercicio de su custodia, no debemos olvidar que la degradación humana y social son consecuencias de un medio ambiente deteriorado. Por ende, hacemos un llamamiento para que se adopte un enfoque ecológico integral, para que la justicia social se sitúe en el centro de las preocupaciones, 'para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres' .
El desarrollo sostenible debe incluir a los pobres

La Iglesia, al tiempo que lamenta el dramático impacto del rápido cambio climático en los niveles del mar, los fenómenos meteorológicos extremos, el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, también es testigo de cómo el cambio climático está afectando, mayoritariamente de forma negativa, a las comunidades y a los pueblos vulnerables. El Papa Francisco llama nuestra atención sobre el impacto irreparable del cambio climático desenfrenado en muchos países en desarrollo de todo el mundo. Además, el Papa declaró ante la Asamblea General de Naciones Unidas el que el abuso y la destrucción del medio ambiente son acompañadas de un proceso incesante de exclusión.

Líderes valientes dispuestos a adoptar acuerdos aplicables

La construcción y el mantenimiento de una casa común sostenible requieren un liderazgo político valiente e imaginativo. Se vuelve indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas.

Estudios científicos fiables sugieren que la aceleración del cambio climático es el resultado de la actividad humana desenfrenada, obsesionada por un determinado modelo de progreso y desarrollo. Nuestra excesiva dependencia de los combustibles fósiles es la principal responsable. El Papa y los Obispos Católicos de los cinco continentes, sensibles a los daños causados, instan a una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases tóxicos.

Nos unimos al Santo Padre en su exhortación para que se consigan avances importantes en París, con vistas a alcanzar un acuerdo global y transformador que cuente con el apoyo de todos, y que esté basado en los principios de solidaridad, justicia y participación.Este acuerdo debe poner el bien común por encima de los intereses nacionales. Es esencial también que las negociaciones desemboquen en un acuerdo aplicable que proteja nuestro hogar común y todos sus habitantes.

Nosotros, Cardenales, Patriarcas y Obispos, emitimos un llamamiento general y presentamos diez propuestas políticas específicas. Instamos a la COP 21 a que alcance un acuerdo internacional que limite el aumento de la temperatura global a los parámetros actualmente sugeridos por la comunidad científica mundial para evitar impactos climáticos catastróficos, especialmente en las comunidades más pobres y vulnerables. Reconocemos que existe una responsabilidad común, y al mismo tiempo diferenciada, de todas las naciones. No todos los países han llegado al mismo nivel en el espectro del desarrollo, de ahí que la necesidad de trabajar juntos en un esfuerzo común resulte imprescindible.

Nuestras diez propuestas:

1.Tener en cuenta no solo los aspectos técnicos del cambio climático sino también, y sobre todo, los aspectos éticos y morales de conformidad con el artículo 3 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

2.Aceptar que el clima y la atmósfera son bienes globales comunes de todos y para todos.

3.Adoptar un acuerdo mundial justo, motor de un cambio transformacional y legalmente vinculante fundamentado en nuestra visión del mundo que reconoce la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza y de garantizar el ejercicio de los derechos humanos de todos, incluyendo los de los Pueblos Indígenas, las mujeres, los jóvenes y los trabajadores.

4.Limitar el aumento de la temperatura global y establecer un objetivo para alcanzar una completa descarbonización para mediados de siglo, con el fin de proteger a las comunidades más afectadas por los efectos del cambio climático, especialmente las que viven en las islas del Pacífico y las regiones costeras.Garantizar que el límite máximo de aumento de la temperatura aparecerá reflejado en un acuerdo global legalmente vinculante, con acciones y compromisos de mitigación ambiciosos por parte de todos los países en función de sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades (CBDRRC en inglés), según los principios de equidad, las responsabilidades históricas, y el derecho al desarrollo sostenible. Garantizar la coherencia entre las trayectorias de emisiones y objetivo de descarbonización; así como la imposición de revisiones periódicas de las ambiciones y de los compromisos adoptados. Para ser exitosas, estas revisiones periódicas deben basarse en datos científicos y el respeto del principio de equidad, y deben ser obligatorias.

5.Explorar nuevos modelos de desarrollo y estilos de vida que sean compatibles con el clima, combatan la desigualdad y saquen a los pobres de la miseria. En este sentido, resulta esencial poner fin a la era de los combustibles fósiles, eliminar de forma gradual las emisiones de combustibles fósiles y proporcionar un acceso a la energía renovable que sea asequible, fiable y seguro para todos

6.Garantizar el acceso de todos al agua y a la tierra para la consolidación de sistemas alimentarios resilientes y sostenibles que prioricen las soluciones impulsadas por las personas y no por los beneficios.

7.Garantizar la inclusión y la participación de los más pobres, de los más vulnerables y de aquellos sobre los que repercuten mayoritariamente las decisiones tomadas a todos los niveles.

8.Garantizar que el acuerdo adoptado en 2015 lleve consigo un proceso de adaptación que responda de forma adecuada a las necesidades inmediatas de las comunidades más afectadas y refuerce las soluciones locales.

9.Reconocer que las necesidades de adaptación están supeditadas al éxito de las medidas de mitigación adoptadas. Los responsables del cambio climático tienen la obligación de ayudar a los más vulnerables en la adaptación y la gestión de las pérdidas y daños; y de compartir la tecnología y los conocimientos necesarios.

10.Establecer hojas de ruta claras sobre cómo los países deberán cumplir sus compromisos financieros adicionales, coherentes y previsibles, de forma que se garantice una financiación equilibrada de las acciones de mitigación y de las necesidades de adaptación.

Todo esto debería llamar a una seria consciencia y educación ecológica''.

El llamamiento concluye con una Oración por la Tierra:

''Dios de amor, enséñanos a cuidar para este mundo nuestra casa común. Inspira a los jefes de gobierno mientras se reúnen en París a escuchar y atender el llamado de la tierra y de los pobres; a que se unan de corazón y de espíritu para responder con valentía, buscar el bien común y la protección de este hermoso jardín terrenal que has creado para nosotros, para nuestros hermanos y hermanas, y las generaciones futuras. Amén''

Firman la declaración los cardenales Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, India Presidente de FABC (Asia), Peter Erdo, arzobispo de Esztergom – Budapest Presidente de CCEE (Europa) Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, Alemania, Presidente de COMECE (Europa), Rubén Salazar Gómez,arzobispo de Bogotá, Presidente de CELAM (América Latina), y Su Beatitud Béchara Boutros Rai, patriarca de de Antioquía (Maronitas) Presidente de CCPO (Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente); los arzobispos Gabriel Mbilingi, de Lubango, Angola, Presidente de SECAM (África), Joseph Kurtz, de Louisville, Presidente de USCCB (Estados Unidos), John Ribat, de Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, Presidente de FCBCO (Oceanía) y el obispo David Douglas Crosbi OMI, de Hamilton, Canada Presidente de CCCB.

El documento está redactado en colaboración con las redes católicas CIDSE y Caritas Internationalis y con el auspicio del Consejo Pontificio de Justicia y Paz.
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