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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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lunes, 26 de mayo de 2014

ENCUENTRO CON EL PRESIDENTE DEL ESTADO DE ISRAEL: QUE JERUSALEN SEA VERDADERAMENTE LA CIUDAD DE LA PAZ

Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).-El Papa Francisco y el Presidente del Estado de Israel, Shimon Peres, se han encontrado esta mañana en el Palacio Presidencial . Se ha tratado de un encuentro privado muy cordial durante el cual el Santo Padre ha dicho al Presidente que quería añadir a las bienaventuranzas una más: Bienaventurado el que entra en casa de un hombre sabio y bueno, explicando que así se sentía él en ese momento. Después, ambos se han dirigido al jardín del palacio para plantar juntos un olivo, símbolo de la paz y, a continuación, ha tenido lugar su encuentro público, en un palco instalado allí donde les esperaban un centenar de niños de diversas religiones.

''Le agradezco, Señor Presidente -ha dicho Francisco- la acogida que me ha dispensado y sus amables palabras de saludo, y me complace poder encontrarme con Usted nuevamente en Jerusalén, ciudad que custodia los Lugares Santos apreciados por las tres religiones que adoran al Dios que llamó a Abrahán. Los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad. Por eso, se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro. Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad. Qué bello que los peregrinos y los residentes puedan acudir libremente a los Lugares Santos y participar en las celebraciones''.

''Señor Presidente, Usted es conocido como un hombre de paz y artífice de paz -ha proseguido- Le manifiesto mi reconocimiento y mi admiración por esta actitud. La construcción de la paz exige sobre todo el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna. A partir de este punto de referencia que tenemos en común, es posible proseguir en el empeño por una solución pacífica de las controversias y los conflictos. A este respecto, renuevo el deseo de que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia''.

''Se debe rechazar firmemente -ha recalcado- todo lo que se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes: el recurso a la violencia y al terrorismo, cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo en todas sus formas posibles, así como la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes''.

El Santo Padre ha recordado que en el Estado de Israel ''viven y actúan diversas comunidades cristianas. Son parte integrante de la sociedad y participan como los demás en la vida civil, política y cultural. Los fieles cristianos desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, como ciudadanos de pleno derecho que, rechazando todo extremismo, se esfuerzan por ser artífices de reconciliación y de concordia. Su presencia y el respeto de sus derechos –como del resto de los derechos de cualquier otra denominación religiosa o minoría- son garantía de un sano pluralismo y prueba de la vitalidad de los valores democráticos, de su arraigo en la praxis y en la vida concreta del Estado''.

''Señor Presidente - ha concluido el Papa improvisando -sabe que yo rezo por Usted y yo sé que Usted reza por mí. Le aseguro mi oración por las Instituciones y por todos los ciudadanos de Israel. Cuente especialmente con mi constante súplica a Dios por la consecución de la paz y con ella de los bienes inestimables que la acompañan, como la seguridad, la tranquilidad de vida, y la prosperidad, y la más bonita de todas, la fraternidad. Dirijo finalmente mi pensamiento a todos aquellos que sufren las consecuencias de las crisis aún abiertas en la región medio-oriental, para que lo antes posible sean aliviadas sus penalidades mediante la honrosa resolución de los conflictos. Paz a Israel y a todo Oriente Medio. ¡Shalom!''.


Francisco, una vez finalizado el encuentro, se ha desplazado al Pontificio Instituto ''Notre Dame of Jerusalem Center'' -un centro de los Padres Agustinos de la Asunción de Francai que acoge a los peregrinos en Tierra Santa, considerado además un lugar ecuménico y prelatura territorial cuyo prelado es el Delegado Apostólico en Jerusalén y Palestina- donde ha recibido en audiencia privada al Primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu

EN EL GRAN RABINATO DE ISRAEL: NUESTRA AMISTAD ES UNO DE LOS FRUTOS DEL CONCILIO VATICANO II

Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).-La sede del Gran Rabinato de Israel, el Centro ''Heichal Schlomo'', fue el escenario de la visita de cortesía del Papa Francisco a los dos Grandes Rabinos: Yona Metzger (askenazita) y Shlomo Amar (sefardita); ambos habían encontrado a Benedicto XVI durante su peregrinación a Tierra Santa en 2009.

Después de un breve coloquio privado con los rabinos, Francisco habló a las personalidades reunidas en el Hechal Schlomo manifestando en primer su alegría por la calurosa acogida que le habían tributado y recordó después que, como es sabido, desde que era arzobispo de Buenos Aires, contó con la amistad de muchos hermanos judíos.

''Juntos organizamos -rememoró- provechosas iniciativas de encuentro y diálogo, y con ellos viví también momentos significativos de intercambio en el plano espiritual. En los primeros meses de pontificado tuve la ocasión de recibir a diversas organizaciones y representantes del Judaísmo mundial. Estas peticiones de encuentro son numerosas, como ya sucedía con mis predecesores. Y, sumadas a las múltiples iniciativas que se desarrollan a escala nacional o local, manifiestan el deseo recíproco de conocernos mejor, de escucharnos, de construir lazos de auténtica fraternidad''.

''Este camino de amistad -observó- representa uno de los frutos del Concilio Vaticano II, en particular de la Declaración Nostra aetate, que tanta importancia ha tenido y cuyo 50º aniversario recordaremos el próximo año. En realidad, estoy convencido de que cuanto ha sucedido en los últimos decenios en las relaciones entre judíos y católicos ha sido un auténtico don de Dios, una de las maravillas que Él ha realizado, y por las cuales estamos llamados a bendecir su nombre: “Den gracias al Señor de los Señores, /porque es eterna su misericordia. / Sólo él hizo grandes maravillas, / porque es eterna su misericordia” ''

''Un don de Dios, que, sin embargo, no hubiera podido manifestarse sin el esfuerzo de muchísimas personas entusiastas y generosas, tanto judíos como cristianos. En especial, quisiera hacer mención aquí de la importancia que ha adquirido el diálogo entre el Gran Rabinato de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el Judaísmo. Un diálogo que, inspirado por la visita del santo Papa Juan Pablo II a Tierra Santa, comenzó en 2002 y hoy ya lleva doce años de recorrido. Me gustaría pensar que, como el Bar Mitzvah de la tradición judía, está ya próximo a la edad adulta: confío en que pueda continuar y tenga un futuro luminoso por delante''.

''No se trata solamente de establecer, en un plano humano -precisó- relaciones de respeto recíproco: estamos llamados, como cristianos y como judíos, a profundizar en el significado espiritual del vínculo que nos une. Se trata de un vínculo que viene de lo alto, que sobrepasa nuestra voluntad y que mantiene su integridad, a pesar de las dificultades en las relaciones experimentadas en la historia. Por parte católica, ciertamente tenemos la intención de valorar plenamente el sentido de las raíces judías de nuestra fe. Confío, con su ayuda, que también por parte judía se mantenga y, si es posible, aumente el interés por el conocimiento del cristianismo, también en esta bendita tierra en la que reconoce sus orígenes y especialmente entre las jóvenes generaciones''.


''El conocimiento recíproco de nuestro patrimonio espiritual -concluyo- la valoración de lo que tenemos en común y el respeto en lo que nos separa, podrán marcar la pauta para el futuro desarrollo de nuestras relaciones, que ponemos en las manos de Dios. Juntos podremos dar un gran impulso a la causa de la paz; juntos podremos dar testimonio, en un mundo en rápida transformación, del significado perenne del plan divino de la creación; juntos podremos afrontar con firmeza toda forma de antisemitismo y cualquier otra forma de discriminación. El Señor nos ayude a avanzar con confianza y fortaleza de ánimo en sus caminos. ¡Shalom!''.

FRANCISCO EN EL MURO DE LAS LAMENTACIONES

Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- El Papa se trasladó a las 8,00 de la Explanada de las Mezquitas al Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones. La pared de 15 metros de altura es, por razones históricas y religiosas, un lugar de culto para los judíos; es tradicional dejar pequeños trozos de papel escritos con votos y oraciones entre sus bloques de piedra. El rabino encargado del Muro recibió a Francisco y lo acompañó hasta él. Allí el Papa permaneció algunos instantes solo en silencio rezando, y como hicieron también sus predecesores, dejó entre sus grietas un papel en el que había escrito un Padre Nuestro y dijo: ''Lo he escrito a mano en español porque es la lengua en la que lo aprendí de mi madre''.

Desde allí se desplazó al monte Herzl y ayudado por una chica y un chico cristianos, depositó una corona de flores en el cementerio nacional de Israel, en la tumba de Theodore Herzl, fundador del Movimiento Sionista. Francisco también se desvió de su itinerario para rezar en una lápida a las víctimas del terrorismo en Israel.

A continuación se trasladó en coche al Memorial de Yad Vashem, monumento que erigió en 1953 el Estado de Israel para conmemorar a los seis millones de judíos víctimas del Holocausto. Junto al Presidente de la Fundación que se ocupa del lugar sagrado, el Papa recorrió a pie el perímetro del Memorial hasta llegar a la entrada de honor de la Sala de la Memoria, donde lo esperaban el Presidente del Estado Shimon Peres y el rabino presidente del Consejo de Yad Vashem. En el interior de la Sala se encuentra un monumento con una llama perenne justo delante de la cripta que contiene las urnas con las cenizas de las victimas de los campos de concentración. El Papa encendió la llama del recuerdo, depositó una corona de flores amarillas y blancas en el Mausoleo y antes de su discurso hubo una lectura del Antiguo Testamento. El Santo Padre pronunció las siguientes palabras sobre la fuerza y el dolor del mal inhumano del hombre y las “estructuras del pecado”, que contrastan con la dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios.

''Adán, ¿dónde estás?''. ¿Dónde estás, hombre? ¿Dónde te has metido? En este lugar, memorial de la Shoah, resuena esta pregunta de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”. Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo. El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse… pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande. Ese grito: “¿Dónde estás?”, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo… Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco. ¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has sido capaz de este horror? ¿Qué te ha hecho caer tan bajo? No ha sido el polvo de la tierra, del que estás hecho. El polvo de la tierra es bueno, obra de mis manos. No ha sido el aliento de vida que soplé en tu nariz. Ese soplo viene de mí; es muy bueno. No, este abismo no puede ser sólo obra tuya, de tus manos, de tu corazón… ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios. Hoy volvemos a escuchar aquí la voz de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”. De la tierra se levanta un tímido gemido: Ten piedad de nosotros, Señor. A ti, Señor Dios nuestro, la justicia; nosotros llevamos la deshonra en el rostro, la vergüenza. Se nos ha venido encima un mal como jamás sucedió bajo el cielo. Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplica, sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad. Señor omnipotente, un alma afligida clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad. Hemos pecado contra ti. Tú reinas por siempre. Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida. ¡Nunca más, Señor, nunca más! ''Adán, ¿dónde estás?''. Aquí estoy, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer. Acuérdate de nosotros en tu misericordia''.

Al finalizar, habló con algunos sobrevivientes del Holocausto y firmó el libro de Honor de Yad Vashem, donde escribió: ''Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza que el hombre se haya hecho dueño del mal; con la vergüenza de que el hombre, creyéndose dios, haya sacrificado a sí sus hermanos. Nunca más!! Nunca más!!''.

Le despidieron un coro y las autoridades que lo habían acogido a su llegada. Después Francisco se desplazó en automóvil al Centro Heichal Shlomo.


EL PAPA EN LA EXPLANADA DE LAS MEZQUITAS: QUE NADIE INSTRUMENTALICE EL NOMBRE DE DIOS PARA LA VIOLENCIA

Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la mañana el Santo Padre se desplazó a la Explanada de las Mezquitas, también conocida como el Monte del Templo. Se trata de una explanada artificial con forma trapezoidal que ocupa un sexto de la superficie de la Ciudad Vieja de Jerusalén. El área es relevante para las tres religiones monoteístas, es tres veces sagrada. Para los judíos era el lugar donde Abraham tendría que haber sacrificado a Isaac, así como el del templo de Salomón. Para los musulmanes es la tercera etapa de peregrinación, después de la Meca y la Medina. Y para los cristianos, en cambio, es el lugar donde Cristo habló de la destrucción del Templo de Jerusalén. En esta explanada se encuentran dos de los templos más importantes del islam: la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.

El coche del Papa entró por la puerta al-Asbat y llegó hasta la entrada de la mezquita de la Cúpula de la Roca donde fue recibido por el Gran Mufti Muhammad Ahmad Husayn, suprema autoridad jurídico-religiosa de Jerusalén y del pueblo árabe musulmán en Palestina y por el director general del consejo del ''Waqf'' (Bienes religiosos islámicos). Después de una breve visita fue acompañado al edificio de Al-Kubbah Al-Nahawiyya, donde le esperaban los altos representantes de la comunidad islámica.

''Siguiendo las huellas de mis Predecesores -dijo el Papa- y, sobre todo, la luminosa estela dejada por el viaje de Pablo VI, hace ya cincuenta años –el primer viaje de un Papa a Tierra Santa–, he tenido mucho interés en venir como peregrino a visitar los lugares que han visto la presencia terrena de Jesucristo. Pero mi peregrinación no sería completa -destacó- si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta Tierra, y por eso, me alegro de poder estar con ustedes, fieles musulmanes, queridos hermanos''. Francisco recordó la figura de Abraham 'que vivió como peregrino en estas tierras'. ''Musulmanes, cristianos y judíos reconocen a Abraham, si bien cada uno de manera diferente, como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar. Él se hizo peregrino, dejando a su gente, su casa, para emprender la aventura espiritual a la que Dios lo llamaba''.

El Papa continuó hablando de Abraham, el peregrino, al que describió como ''una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida'' y aseguró que ''ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. Nunca podemos considerarnos auto suficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones. Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros''. 'En nuestra peregrinación terrena no estamos solos -continuó-: nos encontramos con otros hermanos, a veces compartimos con ellos un tramo del camino, otras veces hacemos juntos una pausa reparadora.

''Así es el encuentro de hoy, -continuó- y lo vivo con particular gratitud: se trata de un agradable descanso juntos, que ha sido posible gracias a su hospitalidad, en esa peregrinación que es nuestra vida y la de nuestras comunidades. Vivimos una comunicación y un intercambio fraterno que pueden reponernos y darnos nuevas fuerzas para afrontar los retos comunes que se nos plantean. De hecho, no podemos olvidar que la peregrinación de Abraham ha sido también una llamada a la justicia: Dios ha querido que sea testigo de su actuación e imitador suyo. También nosotros quisiéramos ser testigos de la acción de Dios en el mundo y por eso, precisamente en este encuentro, oímos resonar intensamente la llamada a ser agentes de paz y de justicia, a implorar en la oración estos dones y a aprender de lo alto la misericordia, la grandeza de ánimo, la compasión''.

Antes de concluir, el Pontífice lanzó un llamamiento ''a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abraham: Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas -dijo-. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz''.


Finalizado su discurso, el Santo Padre se trasladó al Muro Occidental, conocido como el "Muro de las Lamentaciones".

EL PAPA LLEGA A ISRAEL: ISRAELÍES Y PALESTINOS, EN PAZ DENTRO DE UNAS FRONTERAS INTERNACIONALMENTE RECONOCIDAS

Ciudad del Vaticano, 25 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la tarde, el Papa se trasladó a la Basílica de la Natividad. Las primeras noticias históricas sobre la ''cueva del pesebre de Belén'' se remontan a Orígenes. En 326, el emperador Constantino mandó construir sobre el lugar una basílica que recubre la Gruta de la Natividad con el suelo ligeramente alzado respecto al terreno. Deteriorada por los incendios y la revuelta de los Samaritanos, se restauró en el 540. En el 614, los persas de Cosroes II invadieron la región pero respetaron la basílica que contenía frescos de los Reyes Magos con vestidos persas. En el 638, los musulmanes entraron en Belén que pasó a los Cruzados con la entrada de Tancredi en 1099. En 1187 Saladino ocupa Jerusalén y Belén, pero respeta el santuario. En 1192 el obispo de Salisbury, Hubert Valter, decide restauras el culto latino en cambio de que los fieles pagaran los tributos.

En 1347, los Franciscanos consiguen que los otomanos les permitan oficiar en la Basílica y la posesión de la Gruta y de la Basílica. En el siglo XVI, inicia el periodo de las disputas por la posesión del Santuario entre franciscanos y griegos ortodoxos, que cambiaba de manos según la relación que tuvieran las naciones que apoyaban las dos comunidades con la Sublime Puerta. Con la derrota y la expulsión de los Venecianos de Creta en 1669, los ortodoxos son autorizados a tomar posesión de las Gruta y de la Basílica. Esta última hoy en día continua siendo de su propiedad, mientras que la Gruta de la Natividad pasó a los franciscanos en 1690. La Basílica de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, es la parroquia de los latinos de Belén.

La propiedad de los distintos Santos Lugares es una cuestión añeja que enfrenta desde siglos a las comunidades pertenecientes a las tres religiones monoteístas de Tierra Santa y es una cuestión ''candente'' incluso para las cancillerías internacionales. Al inicio del siglo XVII, la lucha entre las comunidades bizantinas y latinas, comienza a sufrir los altibajos de la política internacional y de las relaciones entre las potencias de la época: el Sultán de Estambul que consideraba los Santos Lugares cristianos como propiedad del Estado, de las Repúblicas Marineras italianas que protegían a los latinos, y el Zar de Rusia, tradicional protector de la Iglesia ortodoxa. Algunos santuarios en ese momento pasan de una comunidad a otra, a veces solo sobre la base de las cantidades de dinero que se ofrecen a la Puerta Sublime. En 1850, una petición francesa dirigida al Sultán para definir la cuestión provoca un nuevo enfrentamiento con Rusia; Estambul entonces emite un decreto que establece el mantenimiento de la situación actual en los diversos santuarios. El ''Statu quo'' ha congelado prácticamente las reclamaciones de los franciscanos acerca de las expropiaciones de las que fueron víctimas durante siglos y que se cobraron gran cantidad de vidas humanas. Este edicto otomano está aún en vigor hoy en día y administra la situación de algunos Santuarios como la Gruta de la Natividad en Belén, el Cenáculo y el Santo Sepulcro en Jerusalén.

Francisco visitó la Gruta de la Natividad accediendo a ella por un pasaje interior entre el convento ''Casa Nova'' y la Basílica greco-ortodoxa y allí permaneció un rato rezando. Luego volvió por el mismo pasaje a la ''Casa Nova'' donde se fotografió con los frailes. Desde allí se dirigió al ''Phoenix Center'' de Belén, un centro que acoge en su interior el campo de refugiados de Dheisheh que se construyó gracias a una donación que hizo el Papa San Juan Pablo II en su visita de 2000. El Papa fue recibido en el auditorio del centro por un centenar de niños llegados de los campos de refugiados de Dheisheh, Aida y Beit Jibrin. En un ambiente de fiesta lleno de cantos, un par de niños entregaron al Papa dibujos, cartas y trabajos manuales. El Santo Padre rezó con los pequeños y antes de finalizar e impartirles su bendición un niño le leyó una carta en la que dijo: ''Somos hijos de Palestina. Desde hace 66 años nuestros padres sufren la ocupación. Hemos abierto nuestros ojos bajo esta ocupación y hemos visto la nakba en los ojos de nuestros abuelos cuando han dejado este mundo. Queremos decir al mundo: ¡basta ya de sufrimientos y humillaciones!.

''No dejen nunca que el pasado les determine la vida -respondió el Papa-. Miren siempre adelante, trabajen y luchen por lograr las cosas que ustedes quieren. Pero sepan una cosa, que la violencia no se vence con la violencia, la violencia se vence con la paz, con la paz con el trabajo, con la dignidad de llevar la patria adelante''. Al finalizar, el Pontífice regresó al helipuerto, donde le esperaba el Presidente del Estado de Palestina que se despidió del Pontífice junto a la Guardia de Honor.

En media hora de vuelo Francisco llegó al aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv (Israel), donde fue recibido por Shimon Peres, Presidente del Estado , y por Benjamin Natanyahu, Primer Ministro; las autoridades políticas, civiles y religiosas, los Ordinarios de Tierra Santa y un coro de jóvenes. ''Vengo como peregrino 50 años después del histórico viaje del Papa Pablo VI -recordó Francisco-. Desde entonces han cambiado muchas cosas entre la Santa Sede y el Estado de Israel: las relaciones diplomáticas, que desde hace 20 años se han establecido entre nosotros, han favorecido cada vez más intercambios buenos y cordiales, como atestiguan los dos Acuerdos ya firmados y ratificados y el que se está fraguando en estos momentos. En este espíritu, dirijo mi saludo a todo el pueblo de Israel y deseo que se realicen sus aspiraciones de paz y prosperidad''.

El Papa mencionó que Tierra Santa es un punto de referencia espiritual para gran parte de la humanidad por ser escenario de una historia plurimilenaria y de los principales acontecimientos relacionados con el nacimiento y el desarrollo de las tres grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). ''Por eso, -continuó- deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la ajena''. Asimismo destacó que durante esta peregrinación visitará algunos de los lugares más significativos de Jerusalén, ''ciudad de valor universal''. ''Jerusalén significa “ciudad de la paz” -dijo-. Así la quiere Dios y así desean que sea todos los hombres de buena voluntad. Pero desgraciadamente esta ciudad padece todavía las consecuencias de largos conflictos. Todos sabemos que la necesidad de la paz es urgente, no sólo para Israel, sino para toda la región. Que se redoblen, por tanto, los esfuerzos y las energías para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que han causado tantos sufrimientos. Junto a todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan vivir en paz. Es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay otro camino''.

Con estas palabras renovó el llamamiento que Benedicto XVI hizo en su visita de 2009: ''Que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la “solución de los dos Estados” se convierta en una realidad y no se quede en un sueño''.

El Pontífice habló de la visita que realizará el lunes al Memorial de Yad Vashem, en recuerdo de los seis millones de judíos víctimas de la Shoah, ''Tragedia - dijo- que se ha convertido en símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese. Pido a Dios que no suceda nunca más un crimen semejante, entre cuyas víctimas se cuentan también muchos cristianos y otras personas. Sin olvidar nunca el pasado, promovamos una educación en la que la exclusión y la confrontación dejen paso a la inclusión y el encuentro, donde no haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, ni para manifestaciones de hostilidad, discriminación o intolerancia hacia las personas o los pueblos''.

El Santo Padre recordó ''con el corazón profundamente apenado a cuantos perdieron la vida en el atroz atentado del sábado en Bruselas. Lamentando vivamente este acto criminal de odio antisemita -dijo- y encomiendo las víctimas a Dios misericordioso e imploro la curación de los heridos''.

El Papa señaló que los encuentros que realizará serán limitados a causa de la brevedad de su viaje, y aprovechó la ocasión para saludar a todos los ciudadanos israelíes y manifestarles su cercanía, ''especialmente a los que viven en Nazaret y en Galilea, donde están presentes también muchas comunidades cristianas''.


Antes de finalizar y despedirse de todos los presentes, se dirigió a los obispos y a los fieles laicos cristianos, a quienes animó a ''proseguir con confianza y esperanza su sereno testimonio a favor de la reconciliación y del perdón, siguiendo la enseñanza y el ejemplo del Señor Jesús, que dio la vida por la paz entre los hombres y Dios, entre hermano y hermano. Sean fermento de reconciliación, portadores de esperanza, testigos de caridad. Sepan que están siempre en mis oraciones''.

DECLARACIÓN CONJUNTA DEL PAPA FRANCISCO Y EL PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ: LA BÚSQUEDA COMÚN NO NOS APARTA DE LA VERDAD

Ciudad del Vaticano, 25 de mayo 2014 (VIS).-Tras la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Tel Aviv, el Papa se desplazó en helicóptero a Jerusalén para encontrarse en privado en la Delegación Apostólica con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé a quien acompañaban tres altos dignatarios. También asistieron al encuentro el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado y el cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.

El Patriarca Bartolomé fue elegido en 1991 como el doscientos setenta Patriarca arzobispo de Constantinopla, la Nueva Roma y Patriarca Ecuménico. Visitó a Benedicto XVI en el Vaticano en 2008 y participó en la celebración del segundo milenio del nacimiento de San Pablo. El 19 de marzo de 2013, asistió a la misa de inicio del ministerio petrino de Francisco; fue la primera vez desde el Gran Cisma de 1054 que un patriarca ortodoxo presenciaba la ceremonia de inauguración del pontificado de un papa católico.

Finalizado el encuentro, el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé , firmaron esta declaración conjunta:

1. Como nuestros venerables predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, que se encontraron aquí en Jerusalén hace cincuenta años, también nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé, hemos querido reunirnos en Tierra Santa, “donde nuestro común Redentor, Cristo nuestro Señor, vivió, enseñó, murió, resucitó y ascendió a los cielos, desde donde envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente” (Comunicado común del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, publicado tras su encuentro del 6 de enero de 1964). Nuestra reunión –un nuevo encuentro de los Obispos de las Iglesias de Roma y Constantinopla, fundadas a su vez por dos hermanos, los Apóstoles Pedro y Andrés– es fuente de profunda alegría espiritual para nosotros. Representa una ocasión providencial para reflexionar sobre la profundidad y la autenticidad de nuestros vínculos, fruto de un camino lleno de gracia por el que el Señor nos ha llevado desde aquel día bendito de hace cincuenta años.

2. Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad. Recordamos con profunda gratitud los pasos que el Señor nos ha permitido avanzar. El abrazo que se dieron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras aquí en Jerusalén, después de muchos siglos de silencio, preparó el camino para un gesto de enorme importancia: remover de la memoria y de la mente de las Iglesias las sentencias de mutua excomunión de 1054. Este gesto dio paso a un intercambio de visitas entre las respectivas Sedes de Roma y Constantinopla, a una correspondencia continua y, más tarde, a la decisión tomada por el Papa Juan Pablo II y el Patriarca Dimitrios, de feliz memoria, de iniciar un diálogo teológico sobre la verdad entre Católicos y Ortodoxos. A lo largo de estos años, Dios, fuente de toda paz y amor, nos ha enseñado a considerarnos miembros de la misma familia cristiana, bajo un solo Señor y Salvador, Jesucristo, y a amarnos mutuamente, de modo que podamos confesar nuestra fe en el mismo Evangelio de Cristo, tal como lo recibimos de los Apóstoles y fue expresado y transmitido hasta nosotros por los Concilios Ecuménicos y los Padres de la Iglesia. Aun siendo plenamente conscientes de no haber alcanzado la meta de la plena comunión, confirmamos hoy nuestro compromiso de avanzar juntos hacia aquella unidad por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que “todos sean uno” .

3. Con el convencimiento de que dicha unidad se pone de manifiesto en el amor de Dios y en el amor al prójimo, esperamos con impaciencia que llegue el día en el que finalmente participemos juntos en el banquete Eucarístico. En cuanto cristianos, estamos llamados a prepararnos para recibir este don de la comunión eucarística, como nos enseña san Ireneo de Lyon mediante la confesión de la única fe, la oración constante, la conversión interior, la vida nueva y el diálogo fraterno. Hasta llegar a esta esperada meta, manifestaremos al mundo el amor de Dios, que nos identifica como verdaderos discípulos de Jesucristo .

4. En este sentido, el diálogo teológico emprendido por la Comisión Mixta Internacional ofrece una aportación fundamental en la búsqueda de la plena comunión entre católicos y ortodoxos. En los periodos sucesivos de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y del Patriarca Dimitrios, el progreso de nuestros encuentros teológicos ha sido sustancial. Hoy expresamos nuestro sincero aprecio por los logros alcanzados hasta la fecha, así como por los trabajos actuales. No se trata de un mero ejercicio teórico, sino de un proceder en la verdad y en el amor, que requiere un conocimiento cada vez más profundo de las tradiciones del otro para llegar a comprenderlas y aprender de ellas. Por tanto, afirmamos nuevamente que el diálogo teológico no pretende un mínimo común denominador para alcanzar un acuerdo, sino más bien profundizar en la visión que cada uno tiene de la verdad completa que Cristo ha dado a su Iglesia, una verdad que se comprende cada vez más cuando seguimos las inspiraciones del Espíritu santo. Por eso, afirmamos conjuntamente que nuestra fidelidad al Señor nos exige encuentros fraternos y diálogo sincero. Esta búsqueda común no nos aparta de la verdad; sino que más bien, mediante el intercambio de dones, mediante la guía del Espíritu Santo, nos lleva a la verdad completa.

5. Y, mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad, especialmente en la defensa de la dignidad de la persona humana, en cada estadio de su vida, y de la santidad de la familia basada en el matrimonio, en la promoción de la paz y el bien común y en la respuesta ante el sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo. Reconocemos que el hambre, la pobreza, el analfabetismo, la injusta distribución de los recursos son un desafío constante. Es nuestro deber intentar construir juntos una sociedad justa y humana en la que nadie se sienta excluido o marginado.

6. Estamos profundamente convencidos de que el futuro de la familia humana depende también de cómo salvaguardemos –con prudencia y compasión, a la vez que con justicia y rectitud– el don de la creación, que nuestro Creador nos ha confiado. Por eso, constatamos con dolor el ilícito maltrato de nuestro planeta, que constituye un pecado a los ojos de Dios. Reafirmamos nuestra responsabilidad y obligación de cultivar un espíritu de humildad y moderación de modo que todos puedan sentir la necesidad de respetar y preservar la creación. Juntos, nos comprometemos a crear una mayor conciencia del cuidado de la creación; hacemos un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad a buscar formas de vida con menos derroche y más austeras, que no sean tanto expresión de codicia cuanto de generosidad para la protección del mundo creado por Dios y el bien de su pueblo.

7. Asimismo, necesitamos urgentemente una efectiva y decidida cooperación de los cristianos para tutelar en todo el mundo el derecho a expresar públicamente la propia fe y a ser tratados con equidad en la promoción de lo que el Cristianismo sigue ofreciendo a la sociedad y a la cultura contemporánea. A este respecto, invitamos a todos los cristianos a promover un auténtico diálogo con el Judaísmo, el Islam y otras tradiciones religiosas. La indiferencia y el desconocimiento mutuo conducen únicamente a la desconfianza y, a veces, desgraciadamente incluso al conflicto.

8. Desde esta santa ciudad de Jerusalén, expresamos nuestra común preocupación profunda por la situación de los cristianos en Medio Oriente y por su derecho a seguir siendo ciudadanos de pleno derecho en sus patrias. Con confianza, dirigimos nuestra oración a Dios omnipotente y misericordioso por la paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente. Pedimos especialmente por las Iglesias en Egipto, Siria e Iraq, que han sufrido mucho últimamente. Alentamos a todas las partes, independientemente de sus convicciones religiosas, a seguir trabajando por la reconciliación y por el justo reconocimiento de los derechos de los pueblos. Estamos convencidos de que no son las armas, sino el diálogo, el perdón y la reconciliación, los únicos medios posibles para lograr la paz.

9. En un momento histórico marcado por la violencia, la indiferencia y el egoísmo, muchos hombres y mujeres se sienten perdidos. Mediante nuestro testimonio común de la Buena Nueva del Evangelio, podemos ayudar a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir el camino que lleva a la verdad, a la justicia y a la paz. Unidos en nuestras intenciones y recordando el ejemplo del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, de hace 50 años, pedimos que todos los cristianos, junto con los creyentes de cualquier tradición religiosa y todos los hombres de buena voluntad reconozcan la urgencia del momento, que nos obliga a buscar la reconciliación y la unidad de la familia humana, respetando absolutamente las legítimas diferencias, por el bien de toda la humanidad y de las futuras generaciones.

10. Al emprender esta peregrinación en común al lugar donde nuestro único Señor Jesucristo fue crucificado, sepultado y resucitado, encomendamos humildemente a la intercesión de la Santísima siempre Virgen María los pasos sucesivos en el camino hacia la plena unidad, confiando a la entera familia humana al amor infinito de Dios.

El Señor ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz”


Jerusalén, 25 de mayo de 2014.

ENCUENTRO ECUMÉNICO EN EL SANTO SEPULCRO: NO PRIVEMOS AL MUNDO DEL ANUNCIO DE LA RESURRECCIÓN

Ciudad del Vaticano, 25 de mayo 2014 (VIS).-Después de firmar la Declaración Conjunta, el Santo Padre y el Patriarca Bartolomé se dirigieron a la basílica del Santo Sepulcro para tomar parte en una celebración ecuménica. El Papa entró en la Plaza por la Puerta del Muristan, mientras el Patriarca lo hizo por la Puerta de Santa Elena. La celebración contó con la participación de los Ordinarios de Tierra Santa, el arzobispo sirio, el arzobispo etíope, el obispo anglicano, el obispo luterano y otros obispos. También estaban presentes los cónsules generales de los cinco países que garantizan el ''Status quo'' de la basílica (Francia, Bélgica, España, Italia, Grecia) y los otros cónsules del ''Corpus separatum'' de Jerusalén (Suecia, Estados Unidos, Turquía, Reino Unido).

El Santo Sepulcro es, según la tradición, el lugar de la crucifixión, de la sepultura y de la resurrección de Cristo. Después de la represión de la revuelta judía en 135, Jerusalén atraviesa un cambio radical: se expulsa a los judíos, samaritanos y judeocristianos y se les prohíbe el regreso. Adriano, para borrar cualquier huella de la religión judía que había causado dos violentas revueltas, destruye los lugares de culto y el Santo Sepulcro corre la misma suerte: se rasa al suelo y sus cavidades se llenan con tierra, erigiendo sobre él un templo dedicado a Venus-Ishtar. Durante el prime concilio ecuménico de Nicea el obispo de Jerusalén, Macario, invita al emperador Constantino a sacar a la luz el Santo Sepulcro que bajo la cobertura se había conservado perfectamente. Santa Elena, la emperatriz madre de Constantino, ordena que se erija la basílica de la Resurrección; una basílica que, a lo largo de los siglos, ha atravesado diversas suertes, desde la invasión de los persas en el 614 que, según narra un peregrino, habrían roto la piedra de la sepultura , hasta la decisión de los Cruzados en 1099 de englobar todos los monumentos que recordaban la muerte y resurrección de Cristo en un solo edificio que permanece casi inalterable hasta finales del siglo XIX, pasando por un terremoto en el 1927 o los daños acarreados durante la primera guerra árabe-israelí en 1948.

En nuestro días la basílica se reglamenta según el ''Statu quo'' y son co-propietarias de ella las tres comunidades: latina (representada por los frailes menores), greco-ortodoxa y armenio ortodoxa; los coptos ortodoxos, los sirio ortodoxos y los etíopes ortodoxos pueden oficiar en la basílica. A la entrada, en el atrio, está la Piedra de la Unción, que según la tradición, indica el lugar donde Jesús, depuesto de la cruz, fue cubierto de ungüentos.

El Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé fueron recibidos por los tres superiores de las comunidades del ''Status quo'' (Greco Ortodoxa, Franciscana y Armenia Apostólica). El Patriarca Greco Ortodoxo de Jerusalén Teófilo III, el Custodio de Jerusalén, P. Pierbattista Pizzaballa y el Patriarca Armenio Apostólico S. B. Nourhan Manoogian veneraron la Piedra de la Unción y a continuación lo hicieron el Papa y el Patriarca Ecuménico.

Después de la proclamación del Evangelio y de las palabras del Patriarca Bartolomé, el Santo Padre pronunció un discurso afirmando, en primer lugar que en esa basílica ''a la que todo cristiano mira con profunda veneración llega a su culmen -dijo- la peregrinación que estoy realizando junto con mi amado hermano en Cristo, Su Santidad Bartolomé. Peregrinamos siguiendo las huellas de nuestros predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que, con audacia y docilidad al Espíritu Santo, hicieron posible, hace cincuenta años, en la Ciudad santa de Jerusalén, el encuentro histórico entre el Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla''.

''Es una gracia extraordinaria estar aquí reunidos en oración. El Sepulcro vacío, ese sepulcro nuevo situado en un jardín, donde José de Arimatea colocó devotamente el cuerpo de Jesús, es el lugar de donde salió el anuncio de la resurrección...Este anuncio, confirmado por el testimonio de aquellos a quienes se apareció el Señor Resucitado, es el corazón del mensaje cristiano, trasmitido fielmente de generación en generación.. Lo que nos une es el fundamento de la fe, gracias a la cual profesamos juntos que Jesucristo, unigénito Hijo del Padre y nuestro único Señor, “padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos”. Cada uno de nosotros, todo bautizado en Cristo, ha resucitado espiritualmente en este sepulcro, porque todos en el Bautismo hemos sido realmente incorporados al Primogénito de toda la creación, sepultados con Él, para resucitar con Él y poder caminar en una vida nueva''.

''Detengámonos con devoto recogimiento ante el sepulcro vacío, para redescubrir la grandeza de nuestra vocación cristiana: somos hombres y mujeres de resurrección, no de muerte. Aprendamos, en este lugar, a vivir nuestra vida, los afanes de la Iglesia y del mundo entero a la luz de la mañana de Pascua... No nos dejemos robar el fundamento de nuestra esperanza, que es precisamente éste: Christós anesti. No privemos al mundo del gozoso anuncio de la Resurrección. Y no hagamos oídos sordos al fuerte llamamiento a la unidad que resuena precisamente en este lugar, en las palabras de Aquel que, resucitado, nos llama a todos nosotros “mis hermanos”.

''Ciertamente -observó Francisco- no podemos negar las divisiones que todavía hay entre nosotros, discípulos de Jesús: este lugar sagrado nos hace sentir con mayor dolor el drama. Y, sin embargo, cincuenta años después del abrazo de aquellos dos venerables Padres, hemos de reconocer con gratitud y renovado estupor que ha sido posible, por impulso del Espíritu Santo, dar pasos realmente importantes hacia la unidad. Somos conscientes de que todavía queda camino por delante para alcanzar aquella plenitud de comunión que pueda expresarse también compartiendo la misma Mesa eucarística, como ardientemente deseamos; pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino. Debemos pensar que, igual que fue movida la piedra del sepulcro, así pueden ser removidos todos los obstáculos que impiden aún la plena comunión entre nosotros. Será una gracia de resurrección, que ya hoy podemos pregustar. Siempre que nos pedimos perdón los unos a los otros por los pecados cometidos en relación con otros cristianos y tenemos el valor de conceder y de recibir este perdón, experimentamos la resurrección. Siempre que, superados los antiguos prejuicios, nos atrevemos a promover nuevas relaciones fraternas, confesamos que Cristo ha resucitado verdaderamente. Siempre que pensamos el futuro de la Iglesia a partir de su vocación a la unidad, brilla la luz de la mañana de Pascua. A este respecto, deseo renovar la voluntad ya expresada por mis Predecesores, de mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva y pueda ser, en el contexto actual, un servicio de amor y de comunión reconocido por todos''.

''Peregrinando en estos santos Lugares, recordamos en nuestra oración a toda la región de Oriente Medio, desgraciadamente lacerada con frecuencia por la violencia y los conflictos armados. Y no nos olvidamos en nuestras intenciones de tantos hombres y mujeres que, en diversas partes del mundo, sufren a causa de la guerra, de la pobreza, del hambre; así como de los numerosos cristianos perseguidos por su fe en el Señor Resucitado. Cuando cristianos de diversas confesiones sufren juntos, unos al lado de los otros, y se prestan los unos a los otros ayuda con caridad fraterna, se realiza el ecumenismo del sufrimiento, se realiza el ecumenismo de sangre, que posee una particular eficacia no sólo en los lugares donde esto se produce, sino, en virtud de la comunión de los santos, también para toda la Iglesia. Aquellos que matan, que persiguen a los cristianos por odio a la fe, no les preguntan si son ortodoxos o si son católicos: son cristianos. La sangre cristiana es la misma''.

Por último, dirigiéndose a Bartolomé y a todos los presentes afirmó: ''Dejemos a un lado los recelos que hemos heredado del pasado y abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor para caminar juntos hacia el día bendito en que reencontremos nuestra plena comunión. En este camino nos sentimos sostenidos por la oración que el mismo Jesús, en esta Ciudad, la vigilia de su pasión, elevó al Padre por sus discípulos, y que no nos cansamos, con humildad, de hacer nuestra: “Que sean una sola cosa… para que el mundo crea” . Y cuando la desunión nos haga pesimistas, poco animosos, desconfiados, vayamos todos bajo el mando de la Santa Madre de Dios. Cuando en el alma cristiana hay turbulencias espirituales, solamente bajo el manto de la Santa Madre de Dios encontramos paz. Que Ella nos ayude en este camino''.


Finalizado el discurso el Papa y el Patriarca se abrazaron en signo de paz y rezaron juntos el Padre nuestro en italiano, mientras los demás lo hacían en su propia lengua, y a continuación, entraron juntos en el sepulcro para venerar la tumba vacía. Después, salieron de la basílica para bendecir al pueblo y del mismo modo fueron al Monte Calvario, acompañados por los Patriarcas Greco y Armenio y por el Custodio de Tierra Santa para venerar el lugar de la muerte y crucifixión de Jesús.

ACTOS PONTIFICIOS

Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- El Santo Padre ha nombrado al obispo Felipe González González, O.F.M. Cap,. como vicario apostólico de Caroní (superficie: 80.309; población: 58.800; católicos: 43.700; sacerdotes: 7; religiosos: 26) en Venezuela. Actualmente era vicario apostólico de Tucupita (Venezuela).
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