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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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domingo, 28 de julio de 2013

LLAMADOS A PROMOVER LA CULTURA DEL ENCUENTRO

Ciudad del Vaticano, 28 de julio 2013 (VIS).-La catedral de San Sebastián en Río de Janeiro, cuyas vidrieras, obra de Lorenz Hailmar ilustran las cuatro características de la Iglesia: Una (verde), Santa (rojo), Católica (azul) y Apostólica (amarillo) acogió ayer a las 9,00 (hora local, 14,00 hora de Roma) al Papa Francisco que celebró la Santa Misa con los obispos de la Jornada Mundial de la Juventud, así como con los sacerdotes, religiosos religiosas y seminaristas. Los textos de la liturgia, con motivo del Año de la Fe, estaban tomados de la Misa para la Evangelización de los Pueblos. El Santo Padre dedicó su homilía a tres aspectos de la vocación: Llamados por Dios, llamados a anunciar el Evangelio, llamados a promover la cultura del encuentro.
Hablando del primero de ellos, “Llamados por Dios, el Papa dijo: “Creo que es importante reavivar este hecho que a menudo damos por descontado... “No son ustedes los que ,e eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes”, dice Jesús. Hemos sido llamados por Dios y llamados para permanecer con Jesús. En realidad, este permanecer en Cristo, marca todo lo que somos y lo que hacemos. Es precisamente la “vida en Cristo” es precisamente la que garantiza nuestra eficacia apostólica y la fecundidad de nuestro servicio: No es la creatividad, por más pastoral que sea no son los encuentros o las planificaciones lo que aseguran los frutos, si bien ayudan y mucho: es ser fieles a Jesús...Y sabemos muy bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo, en nuestro encuentro cotidiano con él en la Eucaristía y.... en las personas más necesitadas. El “permanecer” con Cristo no significa aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros. Quiero acá recordar algunas palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta: “Debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres. Es en las ”favelas", en los “cantegriles”, en las “villas miseria”, donde hay que ir a buscar y servir a Cristo. Debemos ir a ellos como el sacerdote se acerca al altar: con alegría”.
 
Para explicar el segundo aspecto : “Llamados a anunciar el Evangelio” el pontífice aludió a que muchos de los obispos presentes estaban en Río para acompañar a los jóvenes de la JMJ y subrayó: “Nuestro compromiso de pastores es ayudarles a que arda en su corazón el deseo de ser discípulos misioneros de Jesús. Ciertamente, muchos podrían sentirse un poco asustados ante esta invitación, pensando que ser misioneros significa necesariamente abandonar el país, la familia y los amigos. Dios quiere que seamos misioneros...¿Donde estamos? Donde Él nos pone; en nuestra patria o donde Él nos ponga. Ayudemos a los jóvenes a darse cuenta de que ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados, es parte esencial del ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos. Ayudemos a los jóvenes. Necesitan ser escuchados...Eso se lo pido de todo corazón.... Sepamos perder el tiempo con ellos. Sembrar cuesta y cansa ¡cansa muchísimo! Y es mucho más gratificante gozar de la cosecha... Pero Jesús nos pide que sembremos en serio.
“No escatimemos esfuerzos en la formación de los jóvenes -agregó- Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe... Educarlos en la misión, a salir, a ponerse en marcha... Así hizo Jesús con sus discípulos: no los mantuvo pegados a él como la gallina con los pollitos; los envió. No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio. No es un simple abrir la puerta para que vengan sino salir por la puerta para buscar y encontrar..Empujemos a los jóvenes para que salgan. Por supuesto que van a hacer macanas. ¡No tengamos miedo! Los apóstoles las hicieron antes que nosotros. Pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia, comenzando por los que están más alejados, los que no suelen frecuentar la parroquia. También ellos están invitados a la mesa del Señor”.
 
El Papa concluyó refiriéndose al tercer aspecto :”Llamados a promover la cultura del encuentro”. “En muchos ambientes y en general en este humanismo economicista que se nos impuso en el mundo - observó- se ha abierto paso una cultura de la exclusión, una “cultura del descarte”. No hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado; no hay tiempo para detenerse con aquel pobre en la calle. A veces parece que, para algunos, las relaciones humanas estén reguladas por dos “dogmas”: eficiencia y pragmatismo... Tengan el valor de ir contracorriente... de esta cultura del descarte. El encuentro y la acogida de todos, la solidaridad,es una palabra que la están escondiendo en esta cultura, casi una mala palabra, la solidaridad y la fraternidad, son elementos que hacen nuestra civilización verdaderamente humana... Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro... Y hacerlo sin ser “presuntuosos” imponiendo nuestra verdad, más bien guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla”.
 
Acabada la Misa y tras bendecir a los presentes, el Papa se trasladó en papamóvil al Teatro Municipal para encontrarse con la clase dirigente de Brasil.

A LA CLASE DIRIGENTE DE BRASIL: UN PAIS CRECE CUANDO SUS DIVERSAS RIQUEZAS CULTURALES DIALOGAN


Ciudad del Vaticano, 28 de julio 2013 (VIS).- “Veo en ustedes la memoria y la esperanza: la memoria del camino y de la conciencia de su patria, y la esperanza de que esta Patria, abierta a la luz que emana del Evangelio, continúe desarrollándose en el pleno respeto de los principios éticos basados en la dignidad trascendente de la persona...Memoria del pasado y utopía hacia el futuro se encuentran en el presente que no es una coyuntura sin historia y sin promesa, sino un momento en el tiempo, un desafío para recoger sabiduría y saber proyectarla”. Con estas palabras abrió ayer tarde el Papa Francisco su encuentro en el Teatro Municipal con la clase dirigente de Brasil en el que participaron políticos, diplomáticos, representantes de la sociedad civil, de la empresa y la cultura así como de las principales comunidades religiosas del país.

El Santo Padre, fue recibido a su llegada por la presidenta del Teatro y por la Secretaria de Estado para la Cultura,citó al pensador brasileño Alceu Amoroso Lima que afirmaba “Quien tiene un papel de responsabilidad en una nación está llamado a afrontar el futuro “con la mirada tranquila de quien sabe ver la verdad” y agregó: “Quisiera considerar tres aspectos de esta mirada calma, serena y sabia: primero, la originalidad de una tradición cultural; segundo, la responsabilidad solidaria para construir el futuro y, tercero, el diálogo constructivo para afrontar el presente”.

“En primer lugar -dijo- es de justicia valorar la originalidad dinámica que caracteriza a la cultura brasileña, con su extraordinaria capacidad para integrar elementos diversos. El común sentir de un pueblo, las bases de su pensamiento y de su creatividad, los principios básicos de su vida, los criterios de juicio sobre las prioridades, las normas de actuación, se fundan, se fusionan y crecen en una visión integral de la persona humana. Esta visión del hombre y de la vida característica del pueblo brasileño ha recibido también la savia del Evangelio, la fe en Jesucristo, el amor de Dios y la fraternidad con el prójimo. La riqueza de esta savia puede fecundar un proceso cultural fiel a la identidad brasileña y constructor de un futuro mejor para todos”.
“Un proceso que hace crecer la humanización integral y la cultura del encuentro y de la relación; ésta es la manera cristiana de promover el bien común, la alegría de vivir. Y aquí convergen la fe y la razón, la dimensión religiosa con los diferentes aspectos de la cultura humana: el arte, la ciencia, el trabajo, la literatura... El cristianismo combina trascendencia y encarnación; por la capacidad de revitalizar siempre el pensamiento y la vida ante la amenaza de frustración y desencanto que pueden invadir el corazón y propagarse por las calles”.
El segundo punto, la responsabilidad social “requiere - explicó el pontífice- un cierto tipo de paradigma cultural y, en consecuencia, de la política. Somos responsables de la formación de las nuevas generaciones, ayudarles a ser capaces en la economía y la política, y firmes en los valores éticos. El futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política... que es una de las formas más altas de la caridad. El futuro nos exige también una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza. Que a nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y solidaridad: éste es el camino propuesto. Ya en la época del profeta Amós era muy frecuente la admonición de Dios: “Venden al justo por dinero, al pobre por un par de sandalias. Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros y tuercen el camino de los indigentes”. Los gritos que piden justicia continúan todavía hoy”.
Asimismo quien desempeña un papel de guía “ha de tener objetivos concretos y buscar los medios específicos para alcanzarlos, pero también puede existir el peligro de la desilusión, la amargura, la indiferencia, cuando las expectativas no se cumplen. Aquí apelo a la dinámica de la esperanza que nos impulsa a ir siempre más allá, a emplear todas las energías y capacidades en favor de las personas para las que se trabaja, aceptando los resultados y creando condiciones para descubrir nuevos caminos, entregándose incluso sin ver los resultados, pero manteniendo viva la esperanza, con esa constancia y coraje que nacen de la aceptación de la propia vocación de guía y de dirigente”.
“Es propio de la dirigencia elegir la más justa de las opciones después de haberlas considerado, a partir de la propia responsabilidad y el interés del bien común; por este camino se va al centro de los males de la sociedad para superarlos con la audacia de acciones valientes y libres. Es nuestra responsabilidad, aunque siempre sea limitada, esa comprensión de la totalidad de la realidad... para tomar decisiones en el momento presente, pero extendiendo la mirada hacia el futuro, reflexionando sobre las consecuencias de las decisiones. Quien actúa responsablemente pone la propia actividad ante los derechos de los demás y ante el juicio de Dios. Este sentido ético aparece hoy como un desafío histórico sin precedentes... tenemos que inserirlo en la misma sociedad. Además de la racionalidad científica y técnica, en la situación actual se impone la vinculación moral con una responsabilidad social y profundamente solidaria”.

Francisco trató por último del aspecto que considera fundamental para afrontar el presente: el diálogo constructivo. “Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta- subrayó- siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo con el pueblo, porque todos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva...Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin una incisiva contribución de energías morales en una democracia que se quede encerrada en la pura lógica o en el mero equilibrio de la representación de los intereses establecidos. Considero también fundamental en este diálogo la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia de la dimensión religiosa en la sociedad, favoreciendo sus expresiones más concretas”
“Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo -reveló- mi respuesta siempre es la misma: Diálogo, diálogo, diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno en cambio.....Esta actitud, abierta, disponible y sin prejuicios, yo la definiría como humildad social que es la que favorece el diálogo. Sólo así puede prosperar un buen entendimiento entre las culturas y las religiones, la estima de unas por las otras sin opiniones previas gratuitas y en clima de respeto de los derechos de cada una. Hoy, o se apuesta por el diálogo, o se apuesta por la cultura del encuentro, o todos perdemos”.

Al final, el Papa se dirigió a los presentes pidiéndoles que tomasen sus palabras “como expresión de mi preocupación como Pastor de Iglesia y del respeto y afecto que tengo por el pueblo brasileño. La hermandad entre los hombres y la colaboración para construir una sociedad más justa no son un sueño fantasioso, sino el resultado de un esfuerzo concertado de todos hacia el bien común. Los aliento en éste su compromiso por el bien común, que requiere por parte de todos sabiduría, prudencia y generosidad”.
Después de su discurso, el pontífice saludó personalmente a 20 representantes de las categorías presentes y acabado el encuentro se trasladó al Complejo de San Joaquín, sede del arzobispado de Rio de Janeiro para almorzar con los cardenales y obispos brasileños.

FRANCISCO: HACE FALTA UNA IGLESIA CAPAZ DE PONERSE EN MARCHA CON LA GENTE

Ciudad del Vaticano, 28 de julio 2013 (VIS).-A las 13.00 de ayer sábado el Papa se reunió con los cardenales de Brasil, la presidencia de la Conferencia Episcopal Brasileña y los obispos de esa nación en el arzobispado de Río de Janeiro. La reunión estuvo precedida por un almuerzo. La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) es la más numerosa del mundo ya que cuenta con 275 circunscripciones eclesiásticas, de las cuales 44 son diócesis metropolitanas, 213 diócesis, 3 eparquías, 11 prelaturas, 1 exarcado, un Ordinariato para los fieles de rito oriental sin Ordinario propio, un Ordinariato militar y una administración apostólica personal. Los obispos son 459 y los cardenales 9, entre los cuales cinco son electores. El presidente de la CNBB es el cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida.

Ofrecemos a continuación un amplio resumen del discurso pronunciado por el Papa:

1. Aparecida: clave de lectura para la misión de la Iglesia

En Aparecida, Dios ha ofrecido su propia Madre al Brasil. Pero Dios ha dado también en Aparecida una lección sobre sí mismo, sobre su forma de ser y de actuar. Una lección de esa humildad que pertenece a Dios como un rasgo esencial y que está en el ADN de Dios. En Aparecida hay algo perenne que aprender sobre Dios y sobre la Iglesia; una enseñanza que ni la Iglesia en Brasil, ni Brasil mismo deben olvidar. En el origen del evento de Aparecida está la búsqueda de unos pobres pescadores. Mucha hambre y pocos recursos. La gente siempre necesita pan. Los hombres comienzan siempre por sus necesidades, también hoy....En primer lugar aparece el esfuerzo, quizás el cansancio de la pesca, y, sin embargo, el resultado es escaso: un revés, un fracaso. A pesar del sacrificio, las redes están vacías.
Después, cuando Dios quiere, él mismo aparece en su misterio. Las aguas son profundas y, sin embargo, siempre esconden la posibilidad de Dios; y él llegó por sorpresa,quizás cuando ya no se lo esperaba. Siempre se pone a prueba la paciencia de los que le esperan. Y Dios llegó de un modo nuevo, porque siempre Dios es sorpresa: una imagen de frágil arcilla, ennegrecida por las aguas del río, y también envejecida por el tiempo. Dios aparece siempre con aspecto de pequeñez .Así apareció entonces la imagen de la Inmaculada Concepción. Primero el cuerpo, luego la cabeza, después cuerpo y cabeza juntos: unidad. Lo que estaba separado recobra la unidad. El Brasil colonial estaba dividido por el vergonzoso muro de la esclavitud. La Virgen de Aparecida se presenta con el rostro negro, primero dividida y después unida en manos de los pescadores... En Aparecida, desde el principio, Dios nos da un mensaje de recomposición de lo que está separado, de reunión de lo que está dividido. Los muros, barrancos y distancias, que también hoy existen, están destinados a desaparecer. La Iglesia no puede desatender esta lección: ser instrumento de reconciliación.

Los pescadores no desprecian el misterio encontrado en el río, aun cuando es un misterio que aparece incompleto. No tiran las partes del misterio. Esperan la plenitud. Y ésta no tarda en llegar. Hay algo sabio que hemos de aprender. Hay piezas de un misterio, como partes de un mosaico, que vamos encontrando. Nosotros queremos ver el todo con demasiada prisa, mientras que Dios se hace ver poco a poco. También la Iglesia debe aprender esta espera. Después, los pescadores llevan a casa el misterio. La gente sencilla siempre tiene espacio para albergar el misterio. Tal vez hemos reducido nuestro hablar del misterio a una explicación racional; pero en la gente, el misterio entra por el corazón. En la casa de los pobres, Dios siempre encuentra sitio.

Los pescadores ...arropan el misterio de la Virgen que han pescado, como si tuviera frío y necesitara calor. Dios pide que se le resguarde en la parte más cálida de nosotros mismos: el corazón. Después será Dios quien irradie el calor que necesitamos, pero primero entra con la astucia de quien mendiga. Los pescadores cubren el misterio de la Virgen con el pobre manto de su fe. Llaman a los vecinos para que vean la belleza encontrada, se reúnen en torno a ella, cuentan sus penas en su presencia y le encomiendan sus preocupaciones. Hacen posible así que las intenciones de Dios se realicen: una gracia, y luego otra; una gracia que abre a otra; una gracia que prepara a otra. Dios va desplegando gradualmente la humildad misteriosa de su fuerza.
Hay mucho que aprender de esta actitud de los pescadores. Una iglesia que da espacio al misterio de Dios; una iglesia que alberga en sí misma este misterio, de manera que pueda maravillar a la gente, atraerla. Sólo la belleza de Dios puede atraer. El camino de Dios es el de la atracción... A Dios, uno se lo lleva a casa. Él despierta en el hombre el deseo de tenerlo en su propia vida, en su propio hogar, en el propio corazón. Él despierta en nosotros el deseo de llamar a los vecinos para dar a conocer su belleza. La misión nace precisamente de este hechizo divino, de este estupor del encuentro. Hablamos de la misión, de Iglesia misionera. Pienso en los pescadores que llaman a sus vecinos para que vean el misterio de la Virgen. Sin la sencillez de su actitud, nuestra misión está condenada al fracaso.

La Iglesia siempre tiene necesidad apremiante de no olvidar la lección de Aparecida, no la puede desatender. Las redes de la Iglesia son frágiles, quizás remendadas; la barca de la Iglesia no tiene la potencia de los grandes transatlánticos que surcan los océanos. Y, sin embargo, Dios quiere manifestarse precisamente a través de nuestros medios, medios pobres, porque siempre es él quien actúa...El resultado del trabajo pastoral no se basa en la riqueza de los recursos, sino en la creatividad del amor. Ciertamente, es necesaria la tenacidad, el esfuerzo, el trabajo, la planificación, la organización, pero hay que saber ante todo que la fuerza de la Iglesia no reside en sí misma, sino que está escondida en las aguas profundas de Dios, en las que ella está llamada a echar las redes.

Otra lección que la Iglesia ha de recordar siempre es que no puede alejarse de la sencillez, de lo contrario olvida el lenguaje del misterio, y se queda fuera, a las puertas del misterio, y, por supuesto, no consigue entrar en aquellos que pretenden de la Iglesia lo que no pueden darse por sí mismos, es decir, Dios.. A veces perdemos a quienes no nos entienden porque hemos olvidado la sencillez, importando de fuera también una racionalidad ajena a nuestra gente. Sin la gramática de la simplicidad, la Iglesia se ve privada de las condiciones que hacen posible “pescar” a Dios en las aguas profundas de su misterio. Aparecida se hizo presente en un cruce de caminos. La vía que unía Río de Janeiro, la capital, con San Pablo, la provincia emprendedora que estaba naciendo, y Minas Gerais, las minas tan codiciadas por las Cortes europeas: una encrucijada del Brasil colonial. Dios aparece en los cruces. La Iglesia en Brasil no puede olvidar esta vocación inscrita en ella desde su primer aliento: ser capaz de sístole y diástole, de recoger y difundir.

2. Aprecio por la trayectoria de la Iglesia en Brasil

Los obispos de Roma han llevado siempre en su corazón a Brasil y a su Iglesia...Hoy deseo reconocer el trabajo sin reservas de ustedes, Pastores, en sus Iglesias. Pienso en los obispos que están en la selva, subiendo y bajando por los ríos, en las zonas semiáridas, en el Pantanal, en la pampa, en las junglas urbanas de las megalópolis. Amen siempre con una dedicación total a su grey. Pero pienso también en tantos nombres y tantos rostros que han dejado una huella indeleble en el camino de la Iglesia en Brasil, haciendo palpable la gran bondad de Dios para con esta iglesia. La Iglesia en Brasil ha recibido y aplicado con originalidad el Concilio Vaticano II y el camino recorrido, aunque ha debido superar algunas enfermedades infantiles, ha llevado gradualmente a una Iglesia más madura, generosa y misionera. Hoy nos encontramos en un nuevo momento. Como ha expresado bien el Documento de Aparecida, no es una época de cambios, sino un cambio de época. Entonces, también hoy es urgente preguntarse: ¿Qué nos pide Dios? Quisiera intentar ofrecer algunas líneas de respuesta a esta pregunta.

3. El icono de Emaús como clave de lectura del presente y del futuro.

Ante todo, no hemos de ceder al miedo del que hablaba el Beato John Henry Newman: “El mundo cristiano se está haciendo estéril, y se agota como una tierra sobreexplotada, que se convierte en arena”. No hay que ceder al desencanto, al desánimo, a las lamentaciones. Hemos trabajado mucho, y a veces nos parece que hemos fracasado, y tenemos el sentimiento de quien debe hacer balance de una temporada ya perdida, viendo a los que se han marchado o ya no nos consideran creíbles, relevantes.

Releamos una vez más el episodio de Emaús desde este punto de vista. Los dos discípulos huyen de Jerusalén. Se alejan de la “desnudez” de Dios. Están escandalizados por el fracaso del Mesías en quien habían esperado y que ahora aparece irremediablemente derrotado, humillado, incluso después del tercer día. Es el misterio difícil de quien abandona la Iglesia; de aquellos que, tras haberse dejado seducir por otras propuestas, creen que la Iglesia —su Jerusalén— ya no puede ofrecer algo significativo e importante. Y, entonces, van solos por el camino con su propia desilusión. Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido; tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta. El hecho es que actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica.

Ante esta situación, ¿qué hacer? Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en la noche de ellos ...Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo, impotente para generar sentido.

La globalización implacable y la intensa urbanización a menudo salvajes, prometían mucho. Muchos se han enamorado de sus posibilidades y en ellas hay algo realmente positivo, como por ejemplo, la disminución de las distancias, el acercamiento entre las personas y culturas, la difusión de la información y los servicios. Pero, por otro lado, muchos vivencian sus efectos negativos sin darse cuenta de cómo ellos comprometen su visión del hombre y del mundo, generando más desorientación y un vacío que no logran explicar. Algunos de estos efectos son la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un “nido”, la falta de hogar y vínculos profundos.
Y como no hay quien los acompañe y muestre con su vida el verdadero camino muchos han buscado atajos, porque la “medida” de la gran Iglesia parece demasiado alta. Hay aún los que reconocen el ideal del hombre y de la vida propuesto por la Iglesia pero no se atreven a abrazarlo. Piensan que el ideal es demasiado grande para ellos, está fuera de sus posibilidades ...Sin embargo , no pueden vivir sin tener al menos algo, aunque sea una caricatura, de eso que les parece demasiado alto y lejano. Con la desilusión en el corazón, van en busca de alguien que les ilusione de nuevo o se resignan a una adhesión parcial que en definitiva no alcanza a dar plenitud a sus vidas. La gran sensación de abandono y soledad, de no pertenecerse ni siquiera a sí mismos, que surge a menudo en esta situación, es demasiado dolorosa para acallarla. Hace falta un desahogo y, entonces, queda la vía del lamento. Pero incluso el lamento se convierte a su vez en un boomerang que vuelve y termina por aumentar la infelicidad. Hay pocos que todavía saben escuchar el dolor; al menos, hay que anestesiarlo.

Hoy, ante este panorama, hace falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar; una Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en marcha con la gente; una Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de Jerusalén de tantos hermanos y hermanas; una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por las que hay gente que se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía.

Quisiera que hoy nos preguntáramos todos: ¿Somos aún una Iglesia...que pueda hacer volver a Jerusalén? ¿De acompañar a casa? En Jerusalén residen nuestras fuentes: Escritura, catequesis, sacramentos, comunidad, la amistad del Señor, María y los Apóstoles... ¿Somos capaces todavía de presentar estas fuentes, de modo que se despierte la fascinación por su belleza? Muchos se han ido porque se les ha prometido algo más alto, algo más fuerte, algo más veloz. Pero, ¿hay algo más alto que el amor revelado en Jerusalén? Nada es más alto que el abajamiento de la cruz, porque allí se alcanza verdaderamente la altura del amor. ¿Somos aún capaces de mostrar esta verdad a quienes piensan que la verdadera altura de la vida está en otra parte?¿Alguien conoce algo de más fuerte que el poder escondido en la fragilidad del amor, de la bondad, de la verdad, de la belleza?
La búsqueda de lo que cada vez es más veloz atrae al hombre de hoy: internet veloz, coches y aviones rápidos, relaciones inmediatas... Y, sin embargo, se nota una necesidad desesperada de calma, diría de lentitud. La Iglesia, ¿sabe todavía ser lenta: en el tiempo, para escuchar, en la paciencia, para reparar y reconstruir? ¿O acaso también la Iglesia se ve arrastrada por el frenesí de la eficiencia? Recuperemos, queridos hermanos, la calma de saber ajustar el paso a las posibilidades de los peregrinos, al ritmo de su caminar, la capacidad de estar siempre cerca para que puedan abrir un resquicio en el desencanto que hay en su corazón, y así poder entrar en él... Se necesita una Iglesia que vuelva a traer calor ... que también hoy pueda devolver la ciudadanía a tantos de sus hijos que caminan como en un éxodo.

4. Los desafíos de la Iglesia en Brasil

La prioridad de la formación: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos..Es importante promover y cuidar una formación de calidad, que cree personas capaces de bajar en la noche sin verse dominadas por la oscuridad y perderse; de escuchar la ilusión de tantos, sin dejarse seducir; de acoger las desilusiones, sin desesperarse y caer en la amargura; de tocar la desintegración del otro, sin dejarse diluir y descomponerse en su propia identidad. Se necesita una solidez humana, cultural, afectiva, espiritual y doctrinal. Queridos hermanos en el episcopado, hay que tener el valor de una revisión a fondo de las estructuras de formación y preparación del clero y del laicado de la Iglesia en Brasil. Ustedes no pueden delegar esta tarea, sino asumirla como algo fundamental para el camino de sus Iglesias.

Colegialidad y solidaridad de la Conferencia Episcopal. Es importante recordar Aparecida, el método de recoger la diversidad. No tanto diversidad de ideas para elaborar un documento, sino variedad de experiencias de Dios para poner en marcha una dinámica vital...Se necesita, pues, una valorización creciente del elemento local y regional. No es suficiente una burocracia central, sino que es preciso hacer crecer la colegialidad y la solidaridad: será una verdadera riqueza para todos.

Estado permanente de misión y conversión pastoral

Sobre la misión se ha de recordar que su urgencia proviene de su motivación interna: la de transmitir un legado; y, sobre el método, es decisivo recordar que un legado es como el testigo, la posta en la carrera de relevos: no se lanza al aire y quien consigue agarrarlo, bien, y quien no, se queda sin él. Para transmitir el legado hay que entregarlo personalmente, tocar a quien se le quiere dar, transmitir este patrimonio. Sobre la conversión pastoral, quisiera recordar que “pastoral” no es otra cosa que el ejercicio de la maternidad de la Iglesia...Se requiere, pues, una Iglesia capaz de redescubrir las entrañas maternas de la misericordia. Sin la misericordia, poco se puede hacer hoy para insertarse en un mundo de “heridos”, que necesitan comprensión, perdón y amor. En la misión, también en la continental, es muy importante reforzar la familia, que sigue siendo la célula esencial para la sociedad y para la Iglesia; los jóvenes, que son el rostro futuro de la Iglesia; las mujeres, que tienen un papel fundamental en la transmisión de la fe. No reduzcamos el compromiso de las mujeres en la Iglesia, sino que promovamos su participación activa en la comunidad eclesial. Si la Iglesia pierde a las mujeres en su total y real dimensión,... se expone a la esterilidad. Aparecida destaca también la vocación y la misión del varón en la familia, la Iglesia y la sociedad como padres, trabajadores y ciudadanos. ¡Ténganlo en cuenta!”

La tarea de la Iglesia en la sociedad

En el ámbito social, sólo hay una cosa que la Iglesia pide con particular claridad: la libertad de anunciar el Evangelio de modo integral, aun cuando esté en contraste con el mundo, cuando vaya contracorriente, defendiendo el tesoro del cual es solamente guardiana, y los valores de los que no dispone, pero que ha recibido y a los cuales debe ser fiel. La Iglesia sostiene el derecho de servir al hombre en su totalidad, diciéndole lo que Dios ha revelado sobre el hombre y su realización. La Iglesia quiere hacer presente ese patrimonio inmaterial sin el cual la sociedad se desmorona...La Iglesia tiene el derecho y el deber de mantener encendida la llama de la libertad y de la unidad del hombre. Las urgencias de Brasil son la educación, la salud, la paz social. La Iglesia tiene una palabra que decir sobre estos temas, porque para responder adecuadamente a estos desafíos no bastan soluciones meramente técnicas, sino que hay que tener una visión subyacente del hombre, de su libertad, de su valor, de su apertura a la trascendencia.

La Amazonia como tornasol, banco de pruebas para la Iglesia y la sociedad brasileña

La Iglesia no está en la Amazonia como quien tiene hechas las maletas para marcharse después de haberla explotado todo lo que ha podido. La Iglesia está presente en la Amazonia desde el principio con misioneros, congregaciones religiosas, y todavía hoy está presente y es determinante para el futuro de la zona...Quisiera invitar a todos a reflexionar sobre lo que Aparecida dijo sobre la Amazonia, y también el vigoroso llamamiento al respeto y la custodia de toda la creación, que Dios ha confiado al hombre, no para explotarla salvajemente, sino para que la convierta en un jardín.

Queridos hermanos, he tratado de ofrecer de una manera fraterna algunas reflexiones y líneas de trabajo en una Iglesia como la que está en Brasil, que es un gran mosaico de piedritas, de imágenes, de formas, problemas y retos, pero que precisamente por eso constituye una enorme riqueza. La Iglesia nunca es uniformidad, sino diversidad que se armoniza en la unidad, y esto vale para toda realidad eclesial”.

EL PAPA ANIMA A SUDAR LA CAMISETA COMO AUTENTICOS ATLETAS DE CRISTO

Ciudad del Vaticano, 28 julio 2013 (VIS).- A última hora de la tarde de ayer, sábado, el Papa se desplazó a Copacabana para celebrar una vigilia de oración con los jóvenes. La Liturgia de la Palabra comenzó con varios testimonios y varias preguntas que los jóvenes hicieron al Santo Padre.

Al finalizar el Papa dirigió un discurso a los casi dos millones de jóvenes que participaban en el encuentro en el que recordó cómo el Señor pidió a San Francisco "dar su contribución a la vida de la Iglesia...ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo. También hoy -dijo el Papa- el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes, el Señor los necesita. También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros".

Debido al mal tiempo, la vigilia, que estaba prevista celebrarse en el "Campus Fidei" de Guaratiba, tuvo que ser trasladada a Copacabana. A pesar de ello, Francisco les animó a aprender algo de esa situación. "¿No estaría el Señor queriendo decirnos que el verdadero campo de la fe, el verdadero Campus Fidei, no es un lugar geográfico sino que somos nosotros? -dijo-. De esta forma el Papa intrudujo en su discurso tres imágenes de "campo", para ayudar, como dijo, "a entender mejor lo que significa ser un discípulo-misionero".

En primer lugar, el campo como lugar donde se siembra. Aquí el Papa recordó la parábola del sembrador y las simientes que cayeron al borde del camino, entre piedras o en medio de espinas, y no llegaron a desarrollarse y las otras que cayeron en tierra buena y dieron fruto. "Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón. Hoy, todos los días, -dijo el Papa-, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios... dejen que crezca. Dios hace todo pero ustedes déjenlo hacer".

"Creo que con honestidad podemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de terreno somos? -preguntó Francisco-. Quizás a veces somos como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en nuestra vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos...O somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes ante las dificultades, no tenemos el valor de ir a contracorriente... O somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor. ¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas, y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas... que nacen en mi corazón?".

El Papa confesó estar seguro de que "hoy la simiente puede caer en buena tierra... No padre, yo no soy buena tierra... estoy lleno de piedras, de espinas. Sí, puede que eso esté allá arriba, pero haz un pedacito, haz un cachito de buena tierra y deja que caiga allí, y vas a ver cómo germina. Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra, cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo... que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada... sino cristianos auténticos. Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad chirle (insustancial) que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido... En silencio dejemos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense de este momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla crecer y Dios la va a cuidar".

En segundo lugar, el campo como lugar de entrenamiento."Jesús nos pide que le sigamos toda la vida.. que juguemos en su equipo. A la mayoría de ustedes les gusta el deporte... Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que entrenarse... Así es nuestra vida de discípulos del Señor... Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo; ¡algo más grande que la Copa del Mundo! Jesús nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, allá en la vida eterna -aseguró el Santo Padre-. Pero nos pide que paguemos la entrada. Y la entrada es que nos entrenemos para "estar en forma"... dando testimonio de nuestra fe. A través del diálogo con él: la oración".

Francisco dirigió varias preguntas a los jóvenes y les pidió que se respondieran en silencio, dentro de sus corazones. "¿Yo rezo? -dijo-. ¿Dejo que el Espíritu Santo hable en mi corazón? ¿Yo le pregunto a Jesús: Qué quieres que haga?... Esto es entrenarse. Pregúntenle a Jesús, hablen con Jesús. Y si cometen un error en la vida... si hacen algo que está mal, no tengan miedo... siempre hablen con Jesús, en las buenas y en las malas... Eso es la oración. Y con eso se van entrenando en el diálogo con Jesús en este discipulado misionero. Y también a través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia. A través del amor fraterno... a todos, sin excluir y sin marginar. Estos son los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás, el servicio a los demás".

Por último, el campo como obra en construcción. "Cuando nuestro corazón es una tierra buena que recibe la Palabra de Dios, cuando "se suda la camiseta", tratando de vivir como cristianos, experimentamos algo grande: nunca estamos solos, formamos parte de una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de la Iglesia... Somos parte de la iglesia, más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia. Chicos y chicas, por favor: no se metan en la cola de la historia. Sean protagonistas... Pateen adelante, construyan un mundo mejor".

Francisco recordó que "en la Iglesia de Jesús, las piedras vivas somos nosotros, y Jesús nos pide que edifiquemos su Iglesia; cada uno de nosotros es una piedra viva, es un pedacito de la construcción. Cada pedacito vivo tiene que cuidar la unidad y la seguridad de la Iglesia. Y no construir una pequeña capilla donde sólo cabe un grupito de personas. Jesús nos pide que su Iglesia sea tan grande que pueda alojar a toda la humanidad, que sea la casa de todos".

"Por favor, -les pidió- no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro... Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no “balconeen” la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió... ¿Por dónde empezamos?... Una vez, le preguntaron a la Madre Teresa qué era lo que había que cambiar en la Iglesia, para empezar... Por ti y por mí, contestó ella... Yo también hoy le robo la palabra a la madre Teresa, y te digo: Por vos y por mí".

"Queridos amigos -continuó-, no se olviden: ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da ejemplo con su sí a Dios: Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho . Se lo digamos también nosotros a Dios -finalizó-, junto con María: Hágase en mí según tu palabra. Que así sea".

Al finalizar el discurso del Papa Francisco, varios diáconos llevaron en procesión al Santísimo Sacramento. Tras una adoración Eucarística y la oración de los jóvenes en diferentes lenguas, la celebración llegó a su fin con el Salve Regina.
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