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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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jueves, 26 de julio de 2007

MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD DE 2008

CIUDAD DEL VATICANO, 26 JUL 2007 (VIS).-El mensaje de Benedicto XVI en preparación para la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Sydney (Australia) del 15 al 20 de julio de 2008, tiene como tema: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hechos de los Apóstoles 1, 8).

  Ofrecemos a continuación párrafos del mensaje, fechado el pasado 20 de julio en Lorenzago de Cadore, y cuya traducción al español se hizo pública ayer por la tarde.

1. La XXIII Jornada Mundial de la Juventud

  "El hilo conductor de la preparación espiritual para el encuentro en Sydney es el Espíritu Santo y la misión. (...) Con mucho gusto os ofrezco con este mensaje una meditación para profundizar a lo largo de este año de preparación y verificar la calidad de vuestra fe en el Espíritu Santo, para recuperarla si se ha perdido, afianzarla si se ha debilitado".

2. La promesa del Espíritu Santo en la Biblia

  "La escucha atenta de la Palabra de Dios respecto al misterio y a la obra del Espíritu Santo nos abre al conocimiento de cosas grandes y estimulantes. (...) La efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente fue el cumplimiento de una promesa de Dios muy antigua, anunciada y preparada en todo el Antiguo Testamento".
 
  "En la "plenitud del tiempo", el ángel del Señor anuncia a la Virgen de Nazaret que el Espíritu Santo, "poder del Altísimo", descenderá sobre Ella y la cubrirá con su sombra. El que nacerá de Ella será santo y será llamado Hijo de Dios. (...) Antes de su muerte en la cruz, Jesucristo anuncia varias veces a sus discípulos la venida del Espíritu Santo, el "Consolador", cuya misión será la de dar testimonio de Él y asistir a los creyentes, enseñándoles y guiándoles hasta la Verdad completa".

3. Pentecostés, punto de partida de la misión de la Iglesia

  El día de Pentecostés, "el Espíritu Santo renovó interiormente a los Apóstoles, revistiéndolos de una fuerza que los hizo audaces para anunciar sin miedo: "(Cristo ha muerto y ha resucitado!". Libres de todo temor comenzaron a hablar con franqueza. De pescadores atemorizados se convirtieron en heraldos valientes del Evangelio. Tampoco sus enemigos lograron entender cómo hombres "sin instrucción ni cultura" fueran capaces de demostrar tanto valor y de soportar las contrariedades, los sufrimientos y las persecuciones con alegría. Nada podía detenerlos".

4. El Espíritu Santo, alma de la Iglesia y principio de comunión

  "El Espíritu Santo es el don más alto de Dios al hombre, el testimonio supremo por tanto de su amor por nosotros, un amor que se expresa concretamente como "sí a la vida" que Dios quiere para cada una de sus criaturas. Este "sí a la vida" tiene su forma plena en Jesús de Nazaret y en su victoria sobre el mal mediante la redención".

5. El Espíritu Santo "Maestro interior"

  "Queridos jóvenes, el Espíritu Santo sigue actuando con poder en la Iglesia también hoy y sus frutos son abundantes en la medida en que estamos dispuestos a abrirnos a su fuerza renovadora. (...) Pero aquí surge naturalmente una pregunta: ¿Quién es para mí el Espíritu Santo? Para muchos cristianos sigue siendo el "gran desconocido". Por eso, como preparación a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, he querido invitaros a profundizar en el conocimiento personal del Espíritu Santo".

  "El Espíritu Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo, es Fuente de vida que nos santifica. (...) Pero no basta conocerlo; es necesario acogerlo como guía de nuestras almas, como el "Maestro interior" que nos introduce en el Misterio trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios".

6. Los sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía

  "La fe nace y se robustece en nosotros gracias a los Sacramentos, sobre todo los de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. (...) Esta verdad sobre los tres Sacramentos que están al inicio de nuestro ser cristianos se encuentra quizás desatendida en la vida de fe de no pocos cristianos, para los que estos son gestos del pasado, pero sin repercusión real en la actualidad, como raíces sin savia vital. (...) Sin embargo, con los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y después, de modo constante, de la Eucaristía, el Espíritu Santo nos hace hijos del Padre, hermanos de Jesús, miembros de su Iglesia, capaces de un verdadero testimonio del Evangelio, beneficiarios de la alegría de la fe".
 
  "Hoy es especialmente importante redescubrir el sacramento de la Confirmación y reencontrar su valor para nuestro crecimiento espiritual. (...) La Confirmación nos da una fuerza especial para testimoniar y glorificar a Dios con toda nuestra vida; nos hace íntimamente conscientes de nuestra pertenencia a la Iglesia, "Cuerpo de Cristo", del que todos somos miembros vivos, solidarios los unos con los otros".

  "Quisiera añadir aquí una palabra sobre la Eucaristía. Para crecer en la vida cristiana es necesario alimentarse del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. (...) Como "fuente y culmen" de la vida eclesial, la Eucaristía es un "Pentecostés perpetuo", porque cada vez que celebramos la Santa Misa recibimos el Espíritu Santo que nos une más profundamente a Cristo y nos transforma en Él".

7. La necesidad y la urgencia de la misión

  "Muchos jóvenes ven su vida con aprensión y se plantean muchos interrogantes sobre su futuro. (...) ¿Cómo vivir en un mundo marcado por numerosas y graves injusticias y sufrimientos? (...) ¿Cómo dar sentido pleno a la vida? (...) No olvidemos que cuanto más grande es el don de Dios -y el del Espíritu de Jesús es el máximo- tanto más lo es la necesidad del mundo de recibirlo y, en consecuencia, la misión de la Iglesia de ofrecer un testimonio creíble de El es más grande y apasionante. (...) Una vez más os repito que sólo Cristo puede colmar las aspiraciones más íntimas del corazón del hombre; sólo Él es capaz de humanizar la humanidad y conducirla a su "divinización". Con la potencia de su Espíritu, Él infunde en nosotros la caridad divina, que nos hace capaces de amar al prójimo y nos dispone para estar a su servicio. (...) Alguno puede pensar que presentar el tesoro precioso de la fe a las personas que no la comparten significa ser intolerantes con ellos, pero no es así, porque proponer a Cristo no significa imponerlo".

  "Además, doce Apóstoles, hace ya dos mil años, dieron su vida para que Cristo fuese conocido y amado. Desde entonces, el Evangelio sigue difundiéndose a través de los tiempos gracias a hombres y mujeres animados por el mismo fervor misionero. Por lo tanto, también hoy se necesitan discípulos de Cristo que no escatimen tiempo ni energías para servir al Evangelio. (...) En particular, os aseguro que el Espíritu de Jesús os invita hoy a vosotros, jóvenes, a ser portadores de la buena noticia de Jesús a vuestros coetáneos. (...) Vosotros conocéis los ideales, el lenguaje y también las heridas, las expectativas y, al mismo tiempo, el deseo de bien de vuestros coetáneos. Tenéis ante vosotros el vasto mundo de los afectos, del trabajo, de la formación, de la expectativa, del sufrimiento juvenil... Que cada uno de vosotros tenga la valentía de prometer al Espíritu Santo que va a acercar a un joven a Jesucristo, de la manera que considere más oportuno, sabiendo "dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza, pero con mansedumbre".

8. Invocar un "nuevo Pentecostés" sobre el mundo

  "Queridos jóvenes, espero ver a muchos de vosotros en julio de 2008 en Sydney. (...)  Invocaremos juntos al Espíritu Santo, pidiendo con confianza a Dios el don de un nuevo Pentecostés para la Iglesia y para la humanidad del tercer milenio".
MESS/JORNADA MUNDIAL JUVENTUD/...            VIS 20070726 (1310)


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